El mar de Barents, nueva tierra prometida para las petroleras europeas

Noruega ha anunciado la concesión de explotaciones petrolíferas en el mar de Barents y confirma así la atención creciente que las petroleras están poniendo en las regiones árticas. De las 24 licencias de explotación otorgadas la mitad eran para esa zona, algo inédito hasta ahora. Entre las multinacionales que se han presentado al concurso están la francesa GDF Suez, la italiana ENI, la alemana RWE DEA o la británica BG.

Una plataforma petrolífera en mar abierto
Plataforma petrolífera en el mar del Norte/Foto:CC

La reducción de sus reservas y los imprevisibles sobresaltos de los países productores tradicionales, ha llevado a las compañías a mirar con interés el Ártico, que después de varios años de prospecciones insatisfactorias comienza a prometer buenos resultados. Su mayor ventaja, es que se trata de una zona políticamente estable lejos de los problemas de los países árabes y de los nacionalismos de otros productores. El ministro de petróleo y de energía noruego, Ola Borten, destaca «el alto interés por las aguas del Gran Norte, una situación sin precedentes».

Aunque de los 80 pozos de prospección abiertos en los últimos años, sólo dos de ellos han aportado unos yacimientos importantes, según el Instituto de Geofísica estadounidense, el Ártico podría guardar el 13% de las reservas mundiales de petróleo y el 30% de gas natural que están todavía sin explotar. Por eso las empresas petroleras y gasistas empiezan a librar la gran batalla energética del siglo XXI.

A un año de la tragedia de BP en el Golfo de México, muchos alertan de estos intereses de las petroleras en zonas muy profundas, en un entorno ambiental extremadamente sensible y marcado por el frío, los hielos marinos y la oscuridad total en invierno, tecnológicamente complejo y financieramente muy costoso.

Cada vez hay menos reservas de petróleo de relativo fácil acceso, lo que obliga a las multinacionales del «oro negro» a buscarlo a cualquier precio. Se ha avanzado en la tecnología que permite acceder a las bolsas de crudo pero no se investiga con el mismo interés como actuar si se produce un accidente o un desastre como el que ocurrió en la plataforma «Deepwater Horizon». Aun así las compañías siguen perforando en situaciones límites amparadas en las pocas exigencias de seguridad de muchos gobiernos. No importa si se trata del golfo de México, del Mediterráneo, la costa brasileña o el Ártico. Son los países los que deben saber si prefieren anteponer los ingresos económicos que les aportan estas industrias o evitar los riesgos medioambientales que supone la extracción de petróleo en zonas de difícil acceso.