El mundo árabe necesita a Europa para evitar que su primavera se convierta en invierno

La Primavera Árabe está lejos de terminar. El prolongado conflicto en Siria sigue engullendo vidas mientras la comunidad internacional, paralizada por cuestiones geopolíticas, observa las disputas entre los países, las dificultades económicas de Túnez y Egipto y el ascenso de gobiernos islamistas en la región.

Manifestación
Cristianos coptos se manifiestan en la plaza Tahrir en El Cairo (Egipto)/ Foto: Khaled Moussa al-Omrani/IPS

Algunos activistas y analistas temen por las pretendidas libertades , algunas de las cuales se consiguieron, durante la Primavera Árabe. La única esperanza, según ellos, es el continuo apoyo de la comunidad internacional para el largo camino que les queda por recorrer.

«Hemos tenido algunos retrocesos, pero seguimos necesitando su apoyo», dijo la activista tunecina Nabila Hamza presidenta de la Fundación para el Futuro (FFF, por sus siglas en inglés), cuando hablaba la semana pasada en la sede de la Unión Europea (UE), en Bruselas, para pedir al bloque que prolongara su participación en la transición democrática de algunos países árabes.

Según un estudio de Freedom House, con sede en Estados Unidos, solo Túnez ha mostrado una mejora en materia de gobernanza. Bahrein ha retrocedido, mientras que la mejoría en Egipto ha sido menor. La clasificación se realizó en base a cinco criterios: responsabilidad y expresión pública, libertades civiles, vigencia del derecho, anticorrupción y transparencia.

En un debate realizado en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, a fines de septiembre, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el primer ministro británico David Cameron, urgieron al foro mundial a no desanimarse por los retrocesos y a redoblar el apoyo a quienes construyen la democracia. «Conseguir un cambio duradero lleva tiempo», señaló Van Rompuy.

También varios especialistas intercambiaron opiniones la semana pasada sobre los últimos acontecimientos en la región y debatieron sobre el papel específico de la UE en la construcción de democracia.

El encuentro fue en el panel «Primavera Árabe, revoluciones y efecto dominó», organizado en la oficina de Bruselas de la representación del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia

El profesor Todd Landman, director del Instituto para la Democracia y la Resolución de Conflictos de la Universidad de Essex, abogó por el continuo apoyo extranjero, aunque el resultado electoral no satisfaga a los donantes.

El europarlamentario Alexander Graf Lambsdorff, jefe de la misión de observación electoral de la UE en Libia, se lamentó de los muchos obstáculos burocráticos en el proceso de asignación de ayuda del bloque europeo.

Hamza coincidió y agregó que «la UE espera que contratemos expertos que puedan descifrar documentos para pedir ayuda oficial mientras estamos en una revolución». A través de FFF, Hamza supervisa el desembolso de más de 10 millones de dólares de apoyo a 166 proyectos gestionados por la sociedad civil en 15 países árabes, y se muestra optimista sobre los cambios en la región.

Señala que «En Egipto, Libia y Yemen hay muchas organizaciones en las que hombres y mujeres participan por igual en asuntos civiles». «Luchamos por los derechos humanos, contra la corrupción y la libertad de prensa desde principios de los años 50, pero ahora podemos hacerlo sin ser procesados. Hay nuevas leyes sobre libertad de asociación en Túnez, y se están redactando otras en Libia y Egipto. El marco legal está cambiando», asegura.

Otro fenómeno a destacar, según ella, es el regreso de «jóvenes activistas de la diáspora a Túnez. La gente que estaba exiliada y proscrita vuelve para colaborar con la reconstrucción del país. Este encuentro cultural crea una dinámica maravillosa, en especial en materia de participación».

La elección de gobiernos islamistas no debería considerarse un retroceso, según Hamza. «Los islamistas están considerados por la población como mártires de la opresión, eso es lo que les ha dado legitimidad en tanto que contrapoder. Por eso han salido elegidos tan fácilmente», explica.

«Pero en Túnez y Egipto, dos países donde los movimientos islámicos quisieron incluir la shariá (ley islámica) en la nueva Constitución, fracasaron». «Tras semanas de discusiones y bajo la fuerte presión de la sociedad civil, el partido islamista de Túnez redactó un proyecto constitucional en el que hombres y mujeres» tienen los mismos derechos, indica y señala que «Vemos un cambio en el Islam político». «Ahora que los islamistas deben gobernar un país se han vuelto más pragmáticos»,

y añade: «Hay presiones internas para resolver problemas como el desempleo y la distribución de la riqueza. Pero también externas, ahora forman parte del mundo y necesitan apoyo de los países occidentales para sobrevivir, y le dicen a su pueblo que la fe no es la respuesta a todas sus necesidades».

Hamza urgió a la UE a aumentar su apoyo a la democratización del mundo árabe. «Se han hecho muchas promesas y se han creado muchos programas para ayudarnos», dice, refiriéndose al programa Apoyo Europeo para Asociación, Reforma y Crecimiento Inclusivo (Spring, por sus siglas en inglés).

En el marco de esa iniciativa, la Comisión Europea se comprometió a ayudar en la transición democrática, en la creación de instituciones y en el crecimiento económico en la región tras la Primavera Árabe. «Creemos que se puede hacer mucho más, en especial por las organizaciones civiles, las únicas observadoras de la democracia que pueden forzar a los gobiernos a hacerse responsables», apuntó.

«Necesitamos apoyo porque debemos permanecer vigilantes, todavía existe el peligro de nuevas dictaduras. Estamos en un periodo de transición». «Después de todo, a Europa le conviene que la Primavera Árabe prospere». «La transición es un proceso».

Hamza hace hincapié en que «La comunidad internacional debe respaldar este proceso, no los proyectos a corto plazo. Necesitamos paciencia estratégica para ver los verdaderos logros de la revolución. Los donantes quieren resultados inmediatos, pero una revolución tiene altos y bajos».