El mundo pierde demasiado al excluir al 50 por ciento de la población

La ocasión se considera una de las mayores congregaciones de mujeres activistas en un mismo espacio. Más de 1.100 organizaciones no gubernamentales y más de 8.600 representantes se han inscrito para participar en la sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, que arranca este lunes 9 en la sede de la ONU en Nueva York.

Logo de la CSW59
Logo de la CSW59/ Foto: ONU mujeres

El principal órgano internacional intergubernamental dedicado exclusivamente a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, conocido también por CSW, su sigla en inglés, va a desarrollar su 59 sesión hasta el 20 de este mes.

Cerca de 200 actividades paralelas, organizadas por los gobiernos y las agencias de la ONU, se planifican junto a las reuniones oficiales de la CSW, además de 450 eventos de las organizaciones de la sociedad civil, tanto dentro como fuera de la sede del foro mundial.

La misión principal es hacer un balance de los éxitos y fracasos de la Plataforma de Acción aprobada en septiembre de 1995 en la histórica Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing. Los logros son limitados, según representantes de la sociedad civil y funcionarios de la ONU, pero las promesas incumplidas son innumerables.

El motivo es simple, según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. «No podemos cumplir con el 100 por cien del potencial del mundo al excluir al 50 por ciento de la población mundial», advierte en referencia a las mujeres.

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Hussein, sostiene que los 193 estados miembros del foro mundial deben hacer más que «defender de boca» la igualdad de género. Deben «desafiar y desmantelar en serio las estructuras y las dinámicas de poder que perpetúan la discriminación contra las mujeres», exhorta el funcionario jordano.

¿Pero lo harán?

En la Plataforma de Acción de Beijing, 189 gobiernos se comprometieron a «revocar cualesquiera leyes restantes que discriminen por motivos de sexo», recuerda Yasmeen Hassan, directora de Igualdad Ya. Veinte años después, poco más de la mitad de este tipo de leyes señaladas en tres informes sucesivos de Igualdad Ya han sido revisadas, apeladas o modificadas, añade.

«Aunque aplaudimos a los gobiernos que han adoptado medidas positivas, nos preocupa que queden tantas leyes discriminatorias... en todo el mundo», expresa Hassan.

Mavic Cabrera-Balleza, coordinadora internacional de la Red Mundial de Mujeres Constructoras de la Paz, se alegra de que el último borrador de la Declaración Política de Beijing + 20, presentado por la secretaría de la CSW, exprese «inquietud porque el progreso ha sido lento y desigual y quedan brechas y obstáculos importantes en la aplicación de las 12 esferas de especial preocupación de la Plataforma de Acción de Beijing», señala.

El borrador «reconoce que 20 años después» de la conferencia de Beijing, «ningún país logró la igualdad para las mujeres y las niñas, y que persisten niveles importantes de desigualdad entre las mujeres y los hombres, y que algunas mujeres y niñas experimentan una mayor vulnerabilidad y marginación debido a formas múltiples e interrelacionadas de discriminación». «Se trata de un baño de realidad por parte de los Estados miembros, que es bien recibido por la Red Mundial de Mujeres Constructoras de la Paz y el resto de la sociedad civil», declara la activista.

Sobre salud reproductiva, Joseph Chamie, que fue director de la División de Población de la ONU, nos dice que la labor de la CSW es ​​importante y que ha contribuido a mejorar la vida de las mujeres. Cuando la CSW se creó en 1946, la esperanza media de vida al nacer para una niña era de unos 45 años mientras que hoy es de 72 años, lo cual es un logro notable, asegura.

En materia de salud reproductiva se han conseguido grandes avances, dijo. Además de una mejor salud en general y la reducción de las tasas de mortalidad materna, la mayoría de las mujeres pueden decidir cuántos hijos tendrán y cuándo, añade Chamie.

Sin embargo, «concentrar la atención, las políticas y los programas en las desigualdades y prejuicios a los que deben hacer frente las mujeres y las niñas, e ignorar en gran medida aquellas que deben afrontr los hombres y los niños, obstruirá y retardará los esfuerzos para lograr una verdadera igualdad de género y el desarrollo socioeconómico necesario para todos», advierte.

Según ONU Mujeres, solo un 20 por ciento de los cargos legislativos en el mundo están ocupados por una mujer.

Aproximadamente el 50 por ciento de las mujeres tienen un empleo remunerado, un 40 por ciento más que en 1995, aunque persiste la desigualdad salarial.

Al ritmo actual, a las mujeres les llevará 81 años alcanzar la paridad en el empleo, calcula ONU Mujeres.

En 2000, la innovadora resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU, referida a la mujer, la paz y la seguridad, reconoció la necesidad de reforzar el papel de las mujeres en la construcción de la paz en los países que salían de conflictos armados. Sin embargo, entre 1992 y 2011, solo el cuatro por ciento de los signatarios de los tratados de paz y el nueve por ciento de los negociadores en las mesas de negociación de paz eran mujeres.

Persisten las leyes de matrimonio que limitan los derechos de las mujeres, señala Hassan, como aquellas que no les permiten contraer o terminar el matrimonio en las mismas condiciones que los hombres, nombran al hombre como jefe de familia, requieren la obediencia de la esposa, permiten la poligamia o fijan distintas edades para contraer matrimonio según el sexo.

También hay leyes que dan a las mujeres un estatus personal inferior y menos derechos como ciudadanas. Por ejemplo, aquellas que no les permiten transmitir su nacionalidad a su marido e hijos, las que consideran que la evidencia dada por las mujeres no es igual a la del hombre, y las que limitan su posibilidad de viajar.

Asimismo, persisten las leyes que tratan a las mujeres de manera económicamente desigual a los hombres, con menos derechos a la herencia o a la propiedad de bienes y restricciones al empleo, otras que promueven la violencia, dándole al hombre el derecho de violar a su esposa, eximiendo a los violadores de castigo por haberse casado con sus víctimas, y permitiendo a los hombres castigar a sus esposas.

«Que estas leyes continúen existiendo demuestra que muchos gobiernos no consideran que las mujeres sean ciudadanas de pleno derecho y, de esta manera no es posible avanzar en los objetivos que se establecieron hace 20 años», afirma Hassan.

Cabrera-Balleza añade que la declaración política de la CSW también establece que los Estados miembros reafirman su «voluntad política y se comprometen firmemente a abordar las brechas fundamentales que restan... y a tomar acciones concretas para transformar las normas sociales discriminatorias y los estereotipos de género», entre otras muy buenas promesas.

Es ahí donde radica el quid de la cuestión, subraya.