En los países del sur, la contaminación mata más que las enfermedades

La contaminación, y no las enfermedades, es la principal causa de muerte en el Sur en desarrollo, donde mata a más de 8,4 millones de personas cada año, según nuevos análisis y estudios. Esa cifra casi triplica la cantidad de muertes causadas por la malaria y supera en catorce veces la mortandad por el virus de inmunodeficiencia humana y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH/sida). Sin embargo, la contaminación recibe apenas una mínima fracción de la atención que reciben esos males.
Contaminación
Contaminación / Foto: Bigstock
La contaminación, y no las enfermedades, es la principal causa de muerte en el Sur en desarrollo, donde mata a más de 8,4 millones de personas cada año, según nuevos análisis y estudios. Esa cifra casi triplica la cantidad de muertes causadas por la malaria y supera en catorce veces la mortandad por el virus de inmunodeficiencia humana y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH/sida). Sin embargo, la contaminación recibe apenas una mínima fracción de la atención que reciben esos males.

Estos documentos se presentan esta semana en el Grupo de Trabajo Abierto de los Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), que prepara en Nueva York la nueva agenda de desarrollo global que sustituirá desde el año próximo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). «Los sitios tóxicos, junto con la contaminación del aire y el agua, imponen una carga enorme a los sistemas sanitarios de los países en desarrollo», dice Richard Fuller, presidente de la organización ecologista Pure Earth/Blacksmith Institute, con sede en Nueva York, que ha preparado el análisis en el marco de la Alianza Mundial sobre Salud y contra la Contaminación (GAHP). Es una organización en la que colaboran organismos bilaterales, multilaterales e internacionales, junto con gobiernos nacionales, el sector académico y la sociedad civil.

La contaminación aérea y química crece rápidamente en estas regiones, y cuando también se toma en cuenta el impacto total para la salud de la población «las consecuencias son terribles», asegura Fuller. Este futuro es totalmente prevenible ya que la mayoría de los países industrializados han resuelto en gran medida sus problemas de contaminación. El resto del mundo necesita ayuda pero, añade, la contaminación no está incluida en el actual proyecto de los ODS.

Los ODS representarán la nueva agenda de desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una vez que en 2015 venzan los ODM. Se espera que los países, los organismos de asistencia y los donantes internacionales determinen los destinos de sus fondos de ayuda en función de estos objetivos, una vez que se anuncien en septiembre de 2015. «A veces se llama a la contaminación el asesino invisible... su repercusión es difícil de rastrear porque las estadísticas sanitarias miden la enfermedad y no la contaminación», explica Fuller. En consecuencia, a menudo la contaminación se representa erróneamente como un problema menor, cuando lo que realmente necesita son medidas serias y ahora.

El análisis de GAHP abarca los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud y otros organismos para concluir que 7,4 millones de muertes se debieron a fuentes contaminantes del aire, el agua, el saneamiento y la higiene. Un millón de personas más murieron a raíz de los desechos tóxicos químicos e industriales que los pequeños y medianos productores de los países pobres descargan en el aire, el agua, el suelo y los alimentos.

La contaminación ambiental es el principal factor de enfermedad en estos países, por encima de las enfermedades infecciosas y el tabaquismo, asegura Jack Caravanos, profesor de Salud Ambiental de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y asesor técnico de Open Air/Blacksmith Institute. Es muy difícil estimar las consecuencias que generan en la salud miles de sitios tóxicos contaminados con plomo, mercurio, cromo hexavalente y plaguicidas obsoletos, señala Caravanos.

Pero es probable que el cálculo de un millón de muertes sea una subestimación ya que las investigaciones sobre el alcance del problema se realizan desde hace poco tiempo. «Recientemente descubrimos sitios llenos de pesticidas obsoletos en Europa oriental que contienen sustancias químicas muy tóxicas», afirma. Estos productos químicos no se quedan en su lugar. La lluvia los arrastra a la tierra y a los cursos de agua, y el viento sopla las partículas tóxicas a largas distancias, que en ocasiones recubren los cultivos y los alimentos, apunta Caravanos.

Un estudio que Open Air/Blacksmith Institute realizó en 2012 estimó que los residuos mineros, las fundiciones de plomo, los vertederos industriales y otros sitios tóxicos afectan la salud de 125 millones de personas en 49 países en desarrollo. «Hemos identificado más de 200 lugares con contaminación en el aire, tierra o agua que ponen en riesgo a unos seis millones de personas», según John Pwamang, de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Ghana.

«Entre estos hay lugares con envenenamiento por plomo por el reciclaje de baterías de plomo-ácido de automóviles usadas, y zonas de desmantelamiento de basura electrónica, donde se queman cables al aire libre y el humo tóxico envenena vecindarios enteros», explica Pwamang en un comunicado. Un creciente grupo de evidencias científicas revela vínculos entre el número en expansión de productos químicos tóxicos en nuestros cuerpos y una sorprendente variedad de enfermedades que incluyen al cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes, obesidad, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, autismo, Alzheimer y depresión, según asegura Julian Cribb.

Cribb es el autor del libro «Poisoned Planet: How constant exposure to man-made chemicals is putting your life at risk (El planeta envenado: cómo la constante exposición a los productos químicos fabricados por el hombre pone su vida en peligro)». «Hay por lo menos 143.000 sustancias químicas artificiales, además de un número igualmente enorme de productos químicos no intencionales que liberan la minería, la quema de combustibles fósiles y la eliminación de residuos», precisa Cribb en una comunicación escrita.

«Cada año se liberan aproximadamente 1.000 productos químicos industriales nuevos, que según la ONU, en gran medida no han sido probados para la salud y seguridad de las personas y el medio ambiente», agrega Cribb. Miembros de la GAHP en todo el mundo exhortaron a la ONU que la contaminación tenga un lugar destacado en los ODS y han redactado un documento de posición y un proyecto de propuesta de texto de la alianza sobre los ODS.