Europa exporta más extremistas islámicos que EEUU

Más de 25.000 combatientes que pretenden librar la «yihad» o guerra santa islámica han abandonado sus países para sumarse a grupos extremistas en el extranjero, según filtraciones de un informe reservado para el Consejo de Seguridad de la ONU y datos de otras investigaciones.

yihadistas con banderas
Combatientes del EI en un vídeo de propaganda en la provincia iraquí de Anbar

Estos combatientes extranjeros, que en su mayoría se incorporan al Frente al Nusra, de Siria, o al denominado Estado Islámico, presente en Siria e Iraq, proceden de más de 100 países, según el documento de la ONU, del que se han conocido fragmentos este mes y que analiza las sanciones impuestas a la red islamista Al Qaeda.

Aunque los reclutas extranjeros surgen mayoritariamente de Oriente Medio y el norte de África, también proceden de países occidentales.

Una lista publicada en febrero por el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización, con sede en Londres, señala que entre los países occidentales Francia produjo el mayor número de reclutas extranjeros, con 1.200, seguida de Alemania y Gran Bretaña, con unos 500 a 600 cada uno, mientras que Estados Unidos solo tuvo 100.

¿Por qué Estados Unidos ha tenido un número tan bajo de reclutas islamistas en comparación con sus aliados de Europa occidental?

Integración versus alienación

«En este país, las autoridades de orden público trabajan mucho más de cerca con las comunidades musulmanas de modo que ahora algunos elementos dentro de la comunidad... cumplen con la frase 'si veo algo, digo algo'», comenta Emile Nakhleh, profesor de la Universidad estadounidense de Nuevo México y fundador del Programa de Análisis Estratégico del Islam Político en la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

«Aquí, en su mayor parte, los musulmanes sienten que son parte del sistema y parte del país... no se sienten alienados»,nos dice Nakhleh.

Mientras que la mayoría de los musulmanes en todo el mundo rechazan el extremismo violento y temen su expansión en sus países de origen, los musulmanes estadounidenses, que son aproximadamente 2,6 millones, en su mayoría de clase media y con educación formal, lo rechazan en mayor porcentaje.

Una encuesta que el Centro de Investigación Pew realizó sobre los musulmanes estadounidenses en 2011, la más reciente de su tipo, encontró que un 81 por ciento creían que los atentados suicidas y otras formas de violencia contra objetivos civiles nunca se justificaban o rara vez se justificaban (5 por ciento) como defensa del Islam frente a sus enemigos.

Eso en comparación con una media del 72 por ciento de musulmanes en todo el mundo para quienes ese tipo de ataques no se justifican y 10 por ciento para quienes rara vez se justifican.

Entre los musulmanes estadounidenses tampoco predomina una secta o un origen étnico en particular. Una encuesta Pew de 2007 también encontró que estaban más asimilados a la cultura estadounidense que sus contrapartes de Europa occidental.

La mayoría de los musulmanes estadounidenses tienen en general una opinión positiva de la sociedad y dicen que sus lugares de residencia son excelentes o buenos para vivir. El setenta y dos por ciento está de acuerdo con la opinión de que el trabajo duro ayuda a prosperar.

En general, los musulmanes europeos no tienen una posición económica tan buena y se sienten frustrados con la falta de oportunidades.

Maduros para el reclutamiento

Se calcula que unos 1.200 combatientes abandonaron Francia para convertirse en yihadistas en Siria e Iraq, según el ICSR. Más hombres británicos se sumaron a grupos extremistas islámicos en el extranjero de los que ingresaron en las fuerzas armadas de su país.

El reclutamiento basado en la ideología, particularmente por Internet y mediante los medios de comunicación social, y el descontento con las políticas de sus países con respecto a los musulmanes son las principales causas de radicalización islámica en los países occidentales, especialmente cuando sus comunidades están aisladas de las demás.

La sensación de alienación, especialmente de los hijos de los inmigrantes musulmanes, mezclada con la antipatía hacia la política exterior de su país hace que algunos islámicos sean los principales blancos de los reclutadores extranjeros.

«Los inmigrantes franco-argelinos musulmanes o los musulmanes del sur de Asia en Gran Bretaña se sienten excluidos y constantemente vigilados y seguidos por las autoridades», explica Nakhleh.

Si bien Estados Unidos también tiene programas de vigilancia de la población musulmana, y más de la mitad de los estadounidenses musulmanes encuestados por Pew en 2011 dijeron que las políticas antiterroristas de vigilancia se concentraban en ellos, no manifiesta

el mismo nivel de descontento con su vida que tiene esa población en Francia y Gran Bretaña.

De hecho, los musulmanes estadounidenses encuestados por Pew en 2011 que denunciaron discriminación también expresaron un alto nivel de satisfacción con sus vidas en Estados Unidos. Por el contrario, los musulmanes franceses, en particular, se quejan de la intolerancia religiosa en la sociedad, en general laica.

La ley francesa que prohíbe el velo islámico y el burka, túnica que cubre todo el cuerpo, provocó airadas protestas y enfrentamientos con la policía. Grupos musulmanes también se quejaron del incremento de ataques violentos desde que esa prohibición se convirtió en ley en 2010.

En el sur de Francia, dos hombres golpearon en marzo a una mujer embarazada de nueve meses para arrancarle el velo mientras le decían «nada de eso aquí». Otro ataque islamofóbico en 2013 hizo que una mujer musulmana francesa en París sufriera un aborto involuntario.

Obama incluye a los musulmanes de Estados Unidos

Pero el gobierno de Estados Unidos procura evitar que sus comunidades musulmanas se sientan discriminadas y aisladas. En sus dos administraciones, el presidente Barack Obama ha distinguido en varias ocasiones entre el extremismo islamista y el Islam como religión.

«Nosotros no estamos en guerra con el Islam, estamos en guerra con quienes han pervertido al Islam», declaró Obama el 18 de febrero en la Cumbre para Contrarrestar el Extremismo Violento, organizada por la Casa Blanca. También ha alentado la tolerancia religiosa al convocar a los líderes de la comunidad musulmana para que trabajen más de cerca con el gobierno para la erradicación del extremismo.

El atentado del 7 de enero en París, en el cual dos hombres armados asesinaron a 11 empleados del semanario satírico Charlie Hebdo por lo que consideraban representaciones ofensivas del Islam, puso a los países occidentales en alerta máxima ante los llamados ataques de «lobo solitario», en los cuales personas individuales perpetúan la violencia por una causa.

Estados Unidos no ha tenido un atentado terrorista similar desde abril de 2013, cuando dos hermanos chechenos-estadounidenses detonaron bombas caseras en el maratón de Boston, mataron a tres personas e hirieron a centenares más.

Aunque el Estado Islámico y grupos similares podrían planear ataques en territorio estadounidense si consideran que Washington está directamente implicado en sus combates, según Nakhleh, su principal objetivo en este momento es reclutar extranjeros como combatientes.

«Cuantos más yihadistas occidentales puedan contratar, más internacionales se podrán presentar a la hora de buscar alianzas en los países asiáticos, y en el norte de África», destaca.

«De esta manera se presentan a sí mismos como un califato musulmán mundial», concluye el académico