Goytisolo reivindica el cervantismo en tiempos de crisis

El de Juan Goytisolo ha sido, posiblemente, uno de los discursos más breves que se recuerdan en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Una alocución «a la llana y sin rodeos», como corresponde a un premio Cervantes poco amigo de los reconocimientos sociales, que a su llegada al acto reconocía un tanto abrumado, sentirse «como cuando Bárcenas llega al juzgado».

Juan Goytisolo recibe el premio Cervantes
«No nos resignamos a la injusticia», ha dicho Juan Goytisolo al agradecer el Premio Cervantes

El protocolo exigía chaqué, pero Goytisolo, fiel a su estilo, ha preferido prescindir de etiquetas protocolarias, y recibir el galardón con la americana «de las ocasiones» y una corbata que según ha confesado, tiene 35 años. Pasaban poco más de diez minutos del mediodía cuando el flamante premio Cervantes ha comenzado su discurso más intenso que extenso, que ha dedicado a Francisco Márquez Villanueva, «su maestro» y a los habitantes de la medina de Marraquech «que me han acogido en mi incómoda vejez».

Goytisolo se ha autoproclamado «de nacionalidad cervantina» y ha anunciado su intención de «cervantear» durante su discurso. Algo que a su juicio no es otra cosa que dudar una y otra vez para eludir «el dilema que nos acecha entre la uniformidad impuesta por el fundamentalismo de la tecnociencia en el mundo globalizado de hoy y la previsible reacción violenta de las identidades religiosas o ideológicas».

En los escasos diez minutos que ha durado su alocución, el escritor de 84 años también ha recurrido al creador del ingenioso hidalgo para reivindicar la justicia social. «Hoy las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo». Ha hecho una descripción de una España «sombría» que atraviesa una triple crisis, «económica, política y social», y ha recordado que más del 20% de los niños de «nuestra marca España» vive bajo el umbral de la pobreza. «Resulta difícil resignarse a un mundo aquejado de paro, corrupción, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes», ha lamentado.

Don Quijote contra la crisis

En su descripción de la crisis se ha imaginado a un Don Quijote socorriendo a «los miserables». Para Goytisolo, el célebre pasaje de los molinos de viento que ideó Cervantes sería muy distinto hoy en día, porque el ingenioso hidalgo estaría luchando «lanza en ristre contra los esbirros de la moderna Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que él toma por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos inmigrantes cuyo único crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad».

Ha insistido en que la lección del Quijote es volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de Cordura. «Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inocua que nos rodea». Por eso, desde el púlpito de la Universidad de Alcalá, ha hecho un llamamiento a seguir luchando: «Digamos bien alto que podemos; los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia».

Goytisolo ha estado acompañado de algunos de sus amigos más cercanos y de dos de sus sobrinos. Pero en su discurso además de las referencias quijotescas, también ha querido acordarse de los que para él son los grandes nombres de la literatura. En su alocución, concentrada en apenas cuatro folios, también ha habido espacio para Clarín, Luis de Góngora, Francisco Delicado, Manuel Azaña, Luis Cernuda, Fernando Pessoa o Dámaso Alonso. «Desde la altura de la edad, siento la aceptación del reconocimiento como un golpe de espada en el agua, como una inútil celebración», concluía el ganador del Cervantes; agradeciendo el premio, a su manera.

Felipe VI no ha dudado en recoger el guante cervantino lanzado por Goytisolo en el discurso de clausura. El Rey ha recordado cómo el ganador del premio Cervantes anunciaba hace pocos años su intención de jubilarse como novelista, y ha mostrado su deseo de que no sea una «decisión definitiva, pues sigue inmerso en la creación literaria, ahora expresada a través de la poesía y el ensayo». Don Felipe le ha pedido que «siga enriqueciendo nuestra realidad cultural», porque como Goyitisolo bien ha dicho en su discurso, «la patria cervantina, es la patria de todos».