Henri Matisse...70 años después

Un maestro del arte del siglo XX comparte unos idílicos días en Lyon y Niza con un crítico de arte al que revela sus más íntimos pensamientos sobre el dibujo, el trabajo y sobre su propia depresión. Ronda el año 1941 y el ejercicio de sinceridad le parece tan brutal que se niega a someterlo a los rigores de la edición, no quiere suprimir ni una palabra, y decide vetar la publicación de la entrevista. 70 años después conocemos, realmente, quién era Henri Matisse.

Cuadro de Matisse

«Quieres mutilar mi trabajo. Yo hago las cosas bien del todo o no las hago. Esto son 310 páginas y si lo aceptas, lo aceptas entero y lo publicas entero». Con tanta vehemencia como candor se dirigía entonces Henri Matisse a un acorralado crítico de arte con el que había llegado al acuerdo de realizar una entrevista en profundidad mientras el pintor pasaba unos días en Francia para convertirla después en un libro. Las conversaciones se dilataban, desgranando los pensamientos y reflexiones más íntimos del maestro, horas de ideas sobre el arte, los coleccionistas, la crítica, pero también sobre sus miedos y sobre la melancolía que le perseguía tras los colores.

«Estoy bastante inclinado a la depresión y, a veces, lo veo todo negro... Mi mayor preocupación es perder el amor por mi trabajo, así que soporto esta oscura desesperación silbando o cantando», confesaba Matisse en la entrevista que, después de décadas de negociaciones con la familia del pintor para que fuera liberada, verá finalmente la luz el próximo septiembre bajo el título 'Conversando con Henri Matisse: la entrevista perdida, 1941'.

A los desacuerdo con el editor, Skira, por la extensión del texto, se unieron las dudas de Matisse sobre algunas de sus propias ideas. Matisse estudiaba minuciosamente el texto, reescribía capítulos y pasajes y decidió rechazar apuntes como los referidos a los coleccionistas «a los que terminas por detestar» y «hacen lo primero que les viene a la cabeza, como los niños, sobre todo los americanos»; o a los marchantes «que no tienen ningún mérito: para ser buen vendedor de arte sólo tienes que saber una cosa: vender».

Entre unas cosas y otras, la entrevista se perdió entre los papeles de Pierre Courthion, crítico de arte suizo, hasta que el Instituto de Investigación Getty los adquirió en 1980.

El actual editor, Serge Guibault, asegura que «publicar un libro rechazado por su autor no es tarea fácil. El nieto de Matisse, Claude Duthuit, no quería ver esto en la calle porque era incumplir los deseos de su abuelo. Sin embargo, cuando vio que Getty tenía el texto definitivo, listo para ser publicado, pensó que se trataba de un documento histórico de grandísimo interés. Él mismo ha escrito la introducción».

La pintura, una mala hierba

Matisse es conocido mundialmente por su uso del color y por la búsqueda de la expresividad a través de tonos y matices pero ahora sabremos más sobre su técnica: «usar los colores es como cantar juntos un sólo acorde musical», explica el pintor en sus notas, «la pintura es como una sinfonía».

«Para mí, el color es una fuerza. Mis imágenes se componen de cuatro o cinco colores que chocan entre sí y esa colisión desprende una energía. Cuando pongo verde, éso no significa hierba. Cuando uso el azul, no quiero decir cielo».

La entrevista era conocida por los especialistas en Matisse pero nunca se habló de ella con profundidad. Pocos esperaban que fuera tan extensa y tan rica. Anécdotas cotidianas, historias, crítica y análisis de su obra, del dibujo, del color, de sus viajes a Haití, a España, a Marruecos. Los problemas y esperanzas del pintor, expresados sin filtro, con sus propias palabras.

Matisse murió en 1954, a los 85 años, con una carrera internacional que le reconoce como uno de los máximos exponentes, junto a Picasso, del arte del siglo XX. Una carrera que comenzó, sabemos ahora, a los 21 años durante su convalecencia por una operación de apendicitis cuando alguien le regaló una caja de pinturas y un libro llamado 'Cómo pintar'.

«Esa fue la semilla. Tenía que crecer, el brote tenía que florecer. Desde entonces no he aportado ninguna idea a nada salvo a la pintura. Pintar y nada más. Surgió como la mala hierba, y crece y crece... Quién sabe de dónde vino».