¿La Cumbre de Lima dará un empujón a las tecnologías verdes?

El camino hacia la economía verde está lleno de recompensas y riesgos, y los responsables políticos deben tratar de equilibrarlos para que prospere la transición a las fuentes de energía bajas en carbono, según los expertos climáticos que participan en la cumbre climática en la capital peruana.

Puerto de la Isla de Nieves, al fondo el volcán
La Isla de Nieves aprovecha la energía de su volcán para producir energía geotérmica/ Foto: Desmond Brown/ IPS

«Creo que lo importante es que en la mayoría de estos procesos habrá ganadores y perdedores», dice John Christensen, director del Centro sobre Energía, Clima y Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

«Debemos ser conscientes de que hay personas que van a perder y que habrá que cuidarlos para que no se sientan excluidos. Debemos encontrar otras formas de hacerlos participar... porque de lo contrario habrá mucha resistencia de parte de grupos que tienen intereses especiales», advierten Christensen en el marco de la 20 Conferencia de las Partes (COP 20) sobre cambio climático, que comenzó este lunes.

Hasta el 12 de este mes, representantes de 195 países y centenares de miembros de la sociedad civil negocian el borrador de un nuevo tratado mundial destinado a revertir el calentamiento del planeta, que debe suscribirse un año después en París.

La COP 20 ofrecerá un adelanto de lo que puede esperarse del Protocolo de París en relación con la eliminación a largo plazo de las plantas eléctricas de carbón, la tasa de utilización de energías renovables, y el apoyo financiero y tecnológico a los países vulnerables y de menor desarrollo.

Por ejemplo, Nieves, una isla de 13 kilómetros de longitud en el Caribe, anunció recientemente que estaba «a punto de pasar a ser totalmente ecológica». El viceprimer ministro y ministro de Turismo, Marcos Brantley, se refirió a la sustitución de la generación de combustibles fósiles por fuentes de energía renovables, con el fin de desarrollar el turismo.

«Además de reducir la huella de carbono nacional, la preocupación por la gestión de residuos es un tema particularmente difícil para todas las naciones», dijo. Nieves contrató a la empresa estadounidense Omni Alfa para extraer energía de sus residuos y construir un parque de energía solar, agregó.

Estos avances, «junto con el desarrollo de nuestras fuentes de energía geotérmica, prometen hacer de Nieves el lugar más ecológico en la tierra», nos dijo.

Christensen dice que la región del Caribe podría tomar lecciones de Dinamarca, su país de nacimiento. Los astilleros daneses no podían competir con los de Corea del Sur y China y «el gobierno por mucho tiempo siguió inyectándoles dinero para tratar de mantenerlos a flote en lugar de intentar la transición a otra cosa. Ahora producen molinos de viento y otras cosas con más futuro», explica.

Muchos países del Caribe usan fuel oil o diesel para la producción de energía, además de gasolina para los automóviles, todo lo cual se importa, señala Christensen. Pero pocos de los países insulares cuentan con los recursos financieros necesarios para pagar cada año las importaciones de combustible, que es «bastante caro», asegura. Estos países deberían aprovechar su ubicación geográfica, que ofrece «mucho sol, potencial para biomasa y viento», sugiere.

Cuba «hizo una transición importante a la energía solar en el sector energético», dice Christensen, y otros países del Caribe apuestan por la conservación de los bosques y aprovechan más recursos ambientales que antes consideraban sin valor.

«Ahora tenemos que hablar sobre lo que sucederá si los países no avanzan. Como todas las islas, sus riesgos de inundación aumentarán. Así que, en la transición verde, los países tienen que buscar la forma de ser más resistentes», subraya. Hay formas de mejorar la eficiencia, porque el clima es cada vez más cálido y, por el lugar donde ustedes están, es necesario buscar nuevas oportunidades en la economía verde que también los protejan del cambio climático en el futuro», añade.

El Centro y Red de Tecnología del Clima (CRTC), el brazo operativo del Mecanismo de Tecnología de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), fomenta la transferencia acelerada, diversificada y gradual de tecnologías ecológicamente viables para la mitigación y adaptación al cambio climático en el Sur en desarrollo, en línea con sus prioridades de desarrollo sostenible.

La CNMUCC protagoniza en Lima su 20 conferencia anual de las partes, que desde 2005 tiene como instrumento en vigencia el Protocolo de Kyoto, que debe ser sustituido por el de París desde 2020. «El CRTC es un motor, un vehículo para ayudar a los países a lograr economías verdes», indica Jason Spensley, su gerente de tecnología climática.

«En los próximos días veremos una solicitud de Antigua y Barbuda relativa al desarrollo de la energía renovable, y específicamente de la eólica... el precio de la energía allí es muy alto», explica. República Dominicana también negocia con el CRTC la presentación de una solicitud de producción de energía renovable.

En los últimos tiempos, el Banco de Desarrollo del Caribe, la mayor institución de crédito de la región, ha redoblado las gestiones para atraer la inversión en proyectos de energía renovable y adaptación al cambio climático en la zona. Su presidente, Warren Smith, dice que gran parte del Caribe oriental, que incluye a los países más pequeños, tiene un gran potencial geotérmico que permitiría reducir drásticamente la importación de combustibles fósiles y hasta convertirlos en exportadores de energía, dada la proximidad de islas cercanas sin estos recursos.

Smith confía en que los países están aceptando la idea de transformar la región en una próspera economía verde que reduzca el endeudamiento, mejore la competitividad y empiece a lidiar con el riesgo climático.

Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la CMNUCC, ha instado en la COP 20 a los 12.400 asistentes a aspirar a grandes alturas y propuso varias líneas de acción fundamentales.

«En primer lugar, debemos traer a la mesa el proyecto de un nuevo acuerdo universal sobre el cambio climático y aclarar cómo se comunicarán las contribuciones nacionales el próximo año».

«En segundo lugar, debemos consolidar los progresos en materia de adaptación para lograr la paridad política con la mitigación, dada la urgencia de ambas por igual».

«En tercer lugar, hay que mejorar la prestación de financiación, en particular para los más vulnerables. Por último, debemos estimular la acción cada vez mayor por parte de todos los interesados para ampliar el alcance y acelerar las soluciones que nos hagan avanzar a todos, más rápido», concluyó Figueres.