La difícil y lenta reconstrucción de Libia

Un año después de que se iniciara el levantamiento que derrocó al régimen de Muammar Gadafi en Libia, el Consejo Nacional de Transición (CNT) aún no ha garantizado la seguridad en todo el territorio. Diversos grupos armados siguen dictando las normas.

Dos hombres con uniformes militares
Excombatientes rebeldes en el ejército de Libia/Foto:Mike Elkin/IPS

BENGASI, Libia (IPS) - Los miembros de estos grupos «deben regresar a sus hogares», dice el jefe del comité político del CNT, Fathi Baja. «Los originarios de (la noroccidental ciudad de) Zintan que se encuentran en el aeropuerto de Trípoli deben volver a su ciudad. Los puestos de vigilancia en Trípoli manejados por habitantes de (la también noroccidental) Misrata no deben estar allí. Tenemos un estado dentro de otro estado», señala.

Según Saleh Aburajiga, ingeniero eléctrico que tuvo un papel activo en la revolución, las brigadas originarias de Zintan protegen el aeropuerto y los yacimientos de petróleo del el sur porque el CNT no brinda la seguridad necesaria. «Todos son voluntarios», añade. «Nadie recibe dinero porque están trabajando para la nueva Libia. Existe mucha mala prensa sobre ellos, pero la mayoría (de los medios) mienten».

Mientras, en la nororiental ciudad de Bengasi, el Ministerio de Defensa ya absorbió a las diversas brigadas rebeldes en su estructura. Estos combatientes ya no usan insignias de sus respectivos grupos, sino del gobierno. «Todos los rebeldes de Bengasi se han apuntado en el Ministerio de Defensa, y alrededor de 1.000 se han graduado en un curso de entrenamiento la semana pasada», asegura el combatiente Halili Aguri, de 20 años, de la brigada Libya Al-Hurra (Libia Libre).

Las fuerzas de seguridad fueron puestas en estado de alerta la semana pasada, y el centro y los puntos de acceso de Bengasi fueron tomados por hombres armados con rifles AK-47 y FN-FAL. Esta ciudad ha estado relativamente segura desde que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) lanzó en marzo pasado su ofensiva aérea en apoyo de los rebeldes.

Sin embargo, las tensiones aumentaron la semana pasada cuando uno de los hijos de Gadafi, Al Saadi, que logró a escapar a Níger cuando los rebeldes tomaron Trípoli, llamó a un canal de televisión saudita y advirtió de un inminente levantamiento contra el CNT. «Estamos preocupados por las amenazas que hizo Al Saadi», dijo Ahmed Binasser, de 43 años, un vendedor de piezas de automóvil y excombatiente rebelde. «Básicamente, queremos estar preparados para cualquier situación».

Binasser integró la Brigada de Mártires Zawiya, una de las milicias más fuertes durante la revolución. Él y otros combatientes se instalaron la semana pasada cerca del centro de Bengasi. «Va a llevar tiempo ubicar a todos los (excombatientes) rebeldes, pero existe un plan», señaló. «En el este no hemos tenido muchos problemas porque aquí nos alzamos unidos contra Gadafi. Pero en el oeste había diferentes opiniones. Además, aquí hemos tenido todo un año para organizarnos, mientras que el oeste solo han tenido cuatro meses».

El CNT anunció a través de su sitio web para asuntos de excombatientes que había completado la primera fase de su plan para integrar a las milicias en un nuevo ejército nacional, en el que ya se han inscrito 5.000 soldados. El gobierno de transición sigue ofreciendo empleos en el ejército o en la policía a excombatientes rebeldes, así como formación en el exterior.

Los expertos consideran que la integración de las brigadas en una fuerza nacional es necesaria para la transición hacia un gobierno democrático, especialmente antes de que se celebren las elecciones en junio. Entonces, los libios elegirán una asamblea constituyente de 200 miembros.

El CNT publicó la semana pasada sus reglas electorales, con requisitos para los candidatos, normas para las campañas y castigos por eventuales fraudes. Los actuales integrantes y los exmiembros del CNT, ministros del gobierno de transición y jefes de concejos locales no pueden postularse. Los activistas critican al CNT por concentrarse más en su papel de intermediario del poder que en garantizar la seguridad para las próximas elecciones. «Hemos tenido mucha suerte, aunque hay armas en todos lados la situación es relativamente segura», señala el analista Zahi Mogherbi, exprofesor de ciencias políticas en la Universidad de Bengasi. «Sin embargo, las cosas pueden irse de las manos. No podemos ser demasiado complacientes. La situación es muy frágil y podría explotar de pronto» y agregó «no debemos dejarnos engañar por periodos de calma».