La gestión hídrica divide a España y Portugal

España y Portugal, desoyendo las recomendaciones y disposiciones de la UE sobre gestión hídrica, no tienen planes de cuenca conjuntos para los ríos que comparten: Tajo, Guadiana, Duero y Miño. Europa está muy lejos de alcanzar los objetivos ecológicos y la máxima calidad del agua de sus ríos.

Un río visto a través de una conducción
Un pequeño curso de agua en España/ Foto: J. Marcos

Viajar de Madrid a Lisboa es seguir el curso natural del río Tajo, observando una continuación paisajística que no da señales de cambio de frontera, de cambio de país. «Las aguas que nos unen hay que tratarlas de manera coordinada y compartida», pide Nuria Hernández-Mora, presidenta de la Fundación Nueva Cultura del Agua, la entidad organizadora del VIII Congreso Ibérico sobre Gestión y Planificación del Agua.

El Tajo une a las dos capitales ibéricas, que viven de espaldas la una de la otra cuando se habla de planificación hídrica. Comparten ríos (además del Tajo, el Guadiana, el Duero y el Miño), pero no su gestión. La situación ha sido denunciada en el encuentro, donde los expertos reunidos han reclamado una gestión compartida de cuencas más coordinada y con una visión integradora. Y es que, la situación actual incumple la Directiva Marco del Agua (DMA) de la Unión Europea, que solicita un trabajo colaborativo de aguas transfronterizas.

España y Portugal también suspenden en la presentación de los nuevos planes de cuenca, tal como exigía la UE para el año 2009. El país luso los entregó en marzo de 2013 y el Estado español aún tiene cuatro proyectos pendientes de finalizar. Un retraso en la aplicación de la DMA que sin duda traerá sanciones económicas muy importantes a España, según advierte Hernández-Mora.

Otro de los problemas de los países ibéricos respecto a la DMA es que no han cambiado el modelo de gestión, que sigue tratando al agua como un recurso y no la tiene en cuenta dentro de un ecosistema acuático. El congreso que se celebra en Lisboa exige «una visión del agua dentro del conjunto de un ecosistema en los planes hidrológicos de cuenca, y no sólo como un mero recurso», como se está haciendo hasta ahora.

La Directiva Marco del Agua de la Unión Europea, aprobada en el año 2000, tiene como objetivo el establecimiento de un marco de protección de las aguas superficiales continentales, de las de transición, de las costeras y de las subterráneas. Para ello, los Estados deberían haber puesto en práctica actuaciones que prevengan el deterioro de las aguas y que reduzcan los vertidos. Y todo ello sobre la bases de un plan hidrológico de cuenca para cada demarcación hidrográfica.

El director de la Agencia Europea de Medio Ambiente, Hans Bruyninckx, ha lamentado que Europa está muy lejos de alcanzar los objetivos ecológicos y la máxima calidad del agua, a pesar de los avances para disminuir los niveles de contaminantes en ríos. Hasta 2010 se había enviado información a la Comisión Europea de más de un centenar de ríos, y el 58 por ciento de ellos necesita medidas para satisfacer la calidad, según los estándares marcados en la Directiva Marco del Agua. Bruyninckx explica que en Europa el 60 por ciento del agua de los ríos es compartida por dos o más países. El caso del Danubio es especial, pues discurre por 14 países, lo que implica la necesidad de una gestión coordinada y compartida entre estados.

En el mundo existen 261 cuencas internacionales y son 145 países los que poseen territorios en cuencas compartidas. Además, 39 Estados reciben la mayoría del agua que usan de fuera de sus fronteras. «Casi la mitad de la población mundial vive en las cuencas de ríos internacionales. Dos tercios de dichas cuencas no cuentan con tratados que articulen esa agua compartida», según datos del libro El agua, derecho humano y raíz de conflictos.

Derecho humano al agua

La relatora de la ONU sobre el derecho humano al agua, Catarina de Alburquerque, señala por su parte que es importante que el agua salga del ámbito exclusivo de los ingenieros, integrándose otros aspectos como son los derechos humanos, que ponen en el centro a la personas. La experta portuguesa critica que existan desigualdades en el acceso al agua entre pobres y ricos: «Donde hay poder hay agua, y los que no tienen poder no tienen acceso al agua».

Alburquerque explica asimismo que «el acceso humano al agua no es el acceso ilimitado al agua, sino tener uso suficiente para aspectos personales, no para llenar piscinas ni lavar coches». Deja una cuestión en el aire: «Cuando se riega un campo de golf o se da agua a un hotel en verano, hay que preguntarse quién se está quedando sin agua de calidad».