La lista Falciani: corrupción y desigualdad en África

Se dice que las cuentas secretas en el banco privado HSBC, reveladas por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación contienen más de 100.000 millones de dólares, parte de ellos procedentes de África, donde se encuentran algunos de los países más pobres del mundo.

Vendedores ambulantes
La proliferación de vendedores ambulantes en África es un signo de la desigualdad que impera/ Foto: Jeffrey Moyo/ IPS

La revelación del dinero ilícito de origen africano escondido en un banco suizo ha confirmado que la corrupción es la raíz de gran parte de la desigualdad en los ingresos que afecta al continente africano.

Se dice que las cuentas secretas en el banco privado HSBC, reveladas por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación contienen más de 100.000 millones de dólares, parte de ellos procedentes de África, donde se encuentran algunos de los países más pobres del mundo.

Por ejemplo, 57 clientes ugandeses del HSBC poseían al menos 159 millones de dólares. El Banco Mundial calcula que Uganda pierde anualmente más de 174,5 millones de dólares por la corrupción. No es delito que los africanos tengan cuentas bancarias en Suiza. Pero los organismos fiscales comienzan a preguntar si se pagaron los impuestos correspondientes a las cantidades ocultas.

En Sudáfrica, el director del Servicio Impositivo, Vlok Symington, informó que su oficina está analizando la información. «Los primeros indicios son que algunos de estos titulares de cuentas pueden haber utilizado sus cuentas del HSBC para evadir obligaciones fiscales locales o internacionales», declaró al diario South Africa Sunday Times.

«La desigualdad en los ingresos comienza con nuestros líderes políticos y empresarios ricos corruptos que, con gran frecuencia, son los propietarios ilícitos de los recursos del continente», dice Claris Madhuku, director de la Plataforma para el Desarrollo de la Juventud, una organización independiente de Zimbabwe.

Los diamantes, por ejemplo, que son la fuente de la riqueza de muchos comerciantes, suelen ser extraídos por los más pobres de los pobres, tratados casi como esclavos en países africanos asolados por la guerra, a pesar del Sistema de Certificación del Proceso de Kimberley que se adoptó en 2003 para impedir el comercio de estas piedras preciosas procedentes de países en guerra.

«Es un caso de codicia y corrupción», exclama el analista político zimbabuense Ernst Mudzengi. «África tiene políticos parasitarios a quienes les preocupa principalmente el poder político y el beneficio económico para sí mismos, mientras que los africanos de a pie permanecen en la periferia en la pobreza», nos comenta.

Los expertos en desarrollo atribuyen las desigualdades en el ingreso a la flexibilidad de las leyes contra la corrupción del continente. «Los países africanos no tienen leyes anticorrupción sólidas y los políticos y los ricos acumulan demasiado poder, que excede incluso los poderes de la policía, dándoles la libertad de acumular riqueza de un día para el otro, por cualquier medio sin ser interrogados», explica Nadege Kabuga, un experto en desarrollo de Ruanda, desde su capital, Kigali.

«Escandaliza la forma en que bancos enormes como HSBC han creado un sistema de lucro... a costa de la gente común empobrecida, lo peor es que ayudan a numerosos millonarios de África, en particular, para evadir el pago de impuestos», observa Zenzele Manzini, un economista independiente de Mbabane, la capital de Swazilandia.

«Muy a menudo, los directores públicos, los ministros y sus secretarios son los trotamundos de las empresas del gobierno, otorgándose a sí mismos enormes beneficios, mientras que los empleados de menor rango permanecen atrapados en la periferia sin beneficios adicionales además de los magros salarios que reciben mensualmente», declara un alto funcionario del Ministerio de Trabajo de Zimbabwe, bajo reserva de su nombre.

«¿Cómo podemos evitarlo en primer lugar?», pregunta Koen Roovers, de la Coalición por la Transparencia Financiera, una alianza mundial entre organizaciones de la sociedad civil y gobiernos. Para detectar el fraude hay que mejorar la capacidad del Sur en desarrollo, dice Roovers. «La magnitud del problema es importante. La organización humanitaria británica Christian Aid calcula que África subsahariana necesitaría alrededor de 650.000 funcionarios fiscales para alcanzar la media mundial», explica.

Los Estados ricos prometieron ayuda a los países pobres para generar la capacidad que necesitan, pero aún no han cumplido sus compromisos.

Investigadores de Integridad Financiera Mundial, una organización sin fines de lucro con sede en Estados Unidos, señalaron que los países en desarrollo perdieron casi un billón de dólares a través de canales ilícitos.

Sin medidas claramente definidas para frenar las desigualdades en los ingresos, los economistas dicen que África podría estar encaminándose hacia un mayor empobrecimiento de sus poblaciones pobres.

«África enfrentaría la pobreza perpetua en medio de la creciente desigualdad en los ingresos porque los gobiernos aquí no tienen las instituciones ni el conocimiento para identificar y detener el lavado de dinero de parte de las personas y los políticos corruptos que evaden impuestos», advierte el economista independiente de Zimbabwe, Kingston Nyakurukwa.

Los «delincuentes y quienes los habilitan son creativos, por lo que la única forma de evitar escándalos en el futuro es haciendo luz sobre aquello que los delincuentes y los evasores fiscales intentan ocultar. Por eso son necesarios los registros en línea y los bienes de todas las personas y entidades jurídicas deberían ser públicos», recomienda.

«Si hacemos la vista gorda a estas lagunas legales, el desarrollo económico para todos seguirá siendo minado por los actores ilegales que buscan sacar provecho de ellas», añade.