Los gobiernos mundiales no tienen en cuenta a los ciudadanos

La oleada mundial de protestas ha sido impulsada por los malos gobiernos nacionales e internacionales. Las protestas públicas masivas que han acaparado los titulares en todo el mundo durante los últimos años reflejan un fracaso de la gobernanza tanto a nivel nacional como internacional, según el último informe de la alianza de la sociedad civil global CIVICUS.

Asamblea
Asamblea en la Puerta del Sol de Madrid del Movimiento 15M, en mayo de 2011/ Foto: 15M

La oleada mundial de protestas ha sido impulsada por los malos gobiernos nacionales e internacionales. Las protestas públicas masivas que han acaparado los titulares en todo el mundo durante los últimos años reflejan un fracaso de la gobernanza tanto a nivel nacional como internacional, según el último informe de la alianza de la sociedad civil global CIVICUS.

«En muchos países de todo el mundo la gente ve cómo los diferentes gobiernos democráticos y los partidos políticos fracasan al abordar los temas que les preocupan. Por lo que piensa están al servicio de los intereses de las elites políticas y económicas», asegura el Dr. Danny Sriskandarajah, secretario general de CIVICUS, en la presentación del Informe de la organización sobre el Estado de la Sociedad Civil 2014».

«Uno esperaría que los que están siendo reprimidos, marginados o excluidos en el ámbito nacional fueran escuchados y protegidos por las instituciones en el ámbito internacional, pero la gobernanza global tampoco está funcionando», añade Sriskandarajah quien hace hincapié en que muchas de las instituciones y de los procesos internacionales están estancados, «son incomprensibles e incapaces de hacer frente a los retos de hoy en día de forma eficaz».

Eso llevará a que las instituciones de gobernanza internacional en las que los ciudadanos tienen muy poco espacio para participar «se arriesgan a convertirse en irrelevantes», afirma.

«Para empeorar la situación, algunos de los aspectos sobre los que millones de personas protestan en la actualidad: la desigualdad, la falta de participación, los bajos salarios o el desempleo, no están siendo abordados por las instituciones internacionales, y en algunos casos son cómplices en la promoción de los intereses del capital global muchas veces contrarios a estas reivindicaciones».

«Por lo tanto, millones de ciudadanos se enfrentan a lo que llamamos un 'doble déficit democrático'. Tanto a nivel nacional como internacional, los ciudadanos no son escuchados y sus voces no son tenidas en cuenta», dijo Sriskandarajah.

Estas son las conclusiones del Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil 2014 de CIVICUS, que se basa en las contribuciones de más de 30 de los principales expertos del mundo en la sociedad civil. El informe también contiene los resultados de un proyecto piloto con base a investigaciones realizadas por CIVICUS, con más de 450 representantes de la sociedad civil y que evalúa de qué manera las organizaciones intergubernamentales (OIG) involucran a la sociedad civil.

Al revisar el año pasado, el informe muestra que las últimas oleadas de protestas están teniendo lugar en todo el mundo. Incluso en países como Brasil, Turquía y Venezuela, que sobre el papel son democráticos y que han presentado un alto crecimiento económico.

También muestra similitudes notables así como tendencias comunes entre las protestas en los distintos países y regiones. Incluyendo una escalada que comenzó con un reclamación local y que derivó hacia cuestiones más amplias relacionadas con la insatisfacción con el comportamiento de la elite económica y política, la corrupción y el aumento de la desigualdad.

A menudo, la propagación de la protesta, inicialmente pacífica, se ve involuntariamente alentada por las duras respuestas que recibe del Estado.

CIVICUS cree que, en muchos casos, los gobiernos responden a la creciente oleada de acción ciudadana intensificando su esfuerzo por acortar el espacio cívico que progresivamente va disminuyendo. Esto se está haciendo a través de una combinación de dudosa legislación, una demonización de los movimientos de protesta y el acoso directo a los activistas de la sociedad civil y a sus organizaciones.

Con respecto a la gobernanza mundial, el informe señala que existen grandes disparidades entre quienes llegan a tener la palabra: los estados más ricos y las corporaciones influyen de una manera desproporcionada en las agendas y las normas internacionales. La gobernanza mundial se mantiene a distancia y a menudo desconectada de las personas en cuyas vidas impacta; por lo que es necesaria una mayor democratización para que los ciudadanos puedan participar más en la toma de decisiones y se cree un ambiente propicio para ello.

El informe ofrece una serie de recomendaciones para los gobiernos y las organizaciones intergubernamentales; entre ellas una argumentación a favor de la necesidad de alejarse del modelo de gobernanza internacional, centrado en el estado, hacia un modelo más orientado hacia al ciudadano.

Hay un llamamiento a que se exploren nuevas y drásticas formas de representación y supervisión, tales como comités y asambleas ciudadanas que tengan poder real. Se insta a las instituciones internacionales a realizar sus procesos de toma de decisiones de una forma más abierta y democrática. Se acentúa la idea de promover la igualdad entre los Estados y la eliminación del derecho arbitrario de veto por parte de algunos de ellos.

El informe insiste en la necesidad de una mayor paridad entre las delegaciones oficiales y aquellas de la sociedad civil, y en la necesidad de abordar los desequilibrios en el acceso a estas instituciones internacionales entre los actores de la sociedad civil del norte y del sur.

También hay recomendaciones para la Sociedad Civil (OSC), a la que insta a que analice el impacto que la toma de decisiones a nivel mundial tiene en sus condiciones locales, y a que establezca vínculos con los nuevos movimientos de protesta y construya coaliciones y redes que permitan la puesta en común de los recursos así como la conexión de las múltiples partes de la sociedad civil.

Anima a las OSC más grandes, las que cuentan con mayores recursos así como con una mayor presencia en los foros internacionales a democratizar el espacio y compartir su acceso con otros grupos de la sociedad civil.

«Nosotros, en la sociedad civil, hemos visto como nuestro trabajo se ha reducido. Tenemos que ser el motor y dirigir el cambio que queremos ver», dijo Sriskandarajah.