Los gobiernos son peores para las minorías que los extremistas

En el conflictivo Oriente Medio, las minorías étnicas o religiosas son amenazadas, atacadas y expulsadas ​​de sus países de origen por organizaciones extremistas como Al Qaeda y Estado Islámico. Un nuevo estudio publicado por la organización independiente Minority Rights Group International, con sede en Londres, sostiene que el mayor riesgo procede de sus propios gobiernos.

Un hombre enseña la foto de una joven
Cientos de jóvenes cristianas han sido secuestradas en Egipto y obligadas a convertirse al Islam, según la Asociación de Víctimas del Secuestro y la Desaparición Forzada/ Foto: Cam McGrath/IPS

En el conflictivo Oriente Medio, las minorías étnicas o religiosas son amenazadas, atacadas y expulsadas ​​de sus países de origen por organizaciones extremistas como Al Qaeda y Estado Islámico (EI). Sin embargo, un nuevo estudio publicado por la organización independiente , con sede en Londres (MRG), sostiene que el riesgo mayor que corren las poblaciones de la región procede de sus propios gobiernos.

Entre las minorías atacadas se encuentran yazidíes, turcomanos, shabaks, kurdos y cristianos coptos y asirios.

Mark Lattimer, director ejecutivo de MRG, dice que la amenaza que implican los movimientos extremistas para las minorías es muy real, «pero por lo general no es tan grande como la amenaza de sus propios gobiernos». En lugares tan remotos entre sí como Birmania, Rusia o Sudán, las minorías padecen ataques sistemáticos de los gobiernos que se supone deben protegerlas, asegura.

En Siria, aunque muchas minorías viven ahora en enclaves controladas por el gobierno, el saldo de población civil muerta en la guerra civil se debe más a los ataques gubernamentales que a los de las fuerzas opositoras, agrega.

Mas de 200.000 personas han muerto en el conflicto que comenzó en marzo de 2011, y aproximadamente la mitad de los 18 millones de habitantes de Siria han tenido que abandonar sus hogares debido a las hostilidades, que siguen empeorando.

Por primera vez, el conflicto sirio encabeza la lista de Pueblos bajo amenaza que MRG configura cada año. El sectarismo extremo se ha extendido por gran parte del país, y casi todas las comunidades cristianas viven ahora en enclaves en zonas controladas por el gobierno, señala el informe.

Solo en las regiones del norte en poder kurdo se ha realizado un intento serio de establecer una democracia inclusiva, según MRG. El índice señala que los niveles de amenaza de la población civil han aumentado considerablemente en siete países, Afganistán, Egipto, Iraq, Líbano, Libia, Siria y Yemen, tanto en 2014 como en el año en curso.

Cuando se le preguntó qué puede hacer la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para proteger los derechos de las minorías, Lattimer responde que miles de funcionarios del foro mundial en todo el planeta trabajan con ahínco para proteger a las comunidades minoritarias. Pero la ONU en su conjunto con frecuencia adopta un enfoque reactivo, y solamente presta atención una vez que las violaciones de los derechos de las minorías son extremas, destaca.

Esa situación podría mejorar enormemente si se incluyera a las minorías de forma habitual en los proyectos de desarrollo, si pudieran participar plenamente en la vida pública y si estuvieran representadas en las negociaciones de paz, añade.

Iraq encabezaba el índice de «Pueblos bajo amenaza» cuando este se publicó por primera vez en 2006, y en los años siguiente nunca ha dejado de ocupar los primeros lugares. Más de 14.000 civiles murieron en Iraq en 2014, muchos de ellos en masacres perpetradas por el extremista EI, a medida que expulsaba a las comunidades minoritarias, incluidos yazidíes, shabaks, caldeo-asirios y turcomanos, de Mosul, Sinjar y la llanura de Nínive.

Miles de mujeres y niñas yazidíes permanecen en cautiverio del EI, y el riesgo sigue siendo grave para las comunidades chiíes amenazadas por ese grupo extremista, así como para los sunitas en riesgo de sufrir represalias de parte de las fuerzas de seguridad iraquíes y las milicias chiíes aliadas, según MRG.

El conflicto en República Centroafricana, que ha ascendido cuatro puestos y este año ocupa el número 10 en la lista de MRG, ha continuado entre los otrora rebeldes sélekas, mayoritariamente musulmanes, y las guerrillas antibalakas, compuestas principalmente por cristianos.

Más de 850.000 personas, casi la quinta parte de los poco más de cinco millones de habitantes del país, eran refugiados o desplazados internos a finales de 2014, y decenas de miles más huyeron de sus hogares en los primeros meses de 2015. Dirigentes sélekas y antibalakas firmaron un polémico acuerdo de paz en abril en Nairobi.

Egipto ha subido tres lugares en el índice de este año, según el estudio. Los combates en curso y medidas de seguridad más rigurosas afectan la vida de los beduinos del Sinaí, que padecen marginación política y económica desde hace décadas.

Han continuado las críticas de los activistas de derechos humanos al gobierno porque ha hecho muy poco para garantizar la seguridad de las comunidades copta y otras de fe cristiana, especialmente en el Alto Egipto, donde personas individuales, sus viviendas y lugares de culto sufren ataques de manera habitual.

En China, que ha ascendido 15 lugares en la lista, se produjo una fuerte escalada en las tácticas utilizadas por las guerrillas uigures que buscan la independencia de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang. Más de 200 personas murieron en los ataques guerrilleros, cientos fueron detenidas de forma masiva y decenas fueron condenadas a penas de muerte.

Poco se ha hecho, según MRG, para remediar el subdesarrollo y la exclusión que padecen las comunidades uigures y que yace en el origen de los disturbios. La estrategia del gobierno de calificar de terroristas a los activistas uigures de derechos humanos impide que mejore la situación.

El regreso de un estilo de gobierno más autocrático en Rusia, que ocupa el lugar 16 en la lista, coincide con el aumento de la xenofobia en la sociedad rusa contra los migrantes, ya sean extranjeros o del Cáucaso, dice MRG.

Pero la amenaza es mayor en el propio Cáucaso del Norte, donde continúan los enfrentamientos entre las fuerzas rusas y los separatistas islámicos en Chechenia, Ingusetia, Kabardia-Balkaria y, sobre todo, Daguestán.