Los paises deben compartir los recursos marinos de los océanos

Después de casi 10 años de negociaciones a menudo frustrantes, el Comité Especial de la ONU sobre la Diversidad Biológica Fuera de las Zonas de Jurisdicción Nacional decidió, por consenso, iniciar un proceso que redactará un instrumento internacional jurídicamente vinculante para la conservación y el uso sostenible de esa diversidad.

Una masa verde con puntos rojos
Plancton desconocido visto desde un submarino en el Golfo de México/ Foto: Dr. Mijaíl Matz/ Dominio público

En consecuencia, la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) adoptaría una resolución en el verano boreal de 2015 para la creación de un comité preparatorio que comenzará a trabajar en 2016. Este órgano propondrá los elementos de un tratado en 2017, los cuales serán adoptados por una conferencia intergubernamental.

El Grupo de Trabajo Especial, creado en 2006, sesiona periódicamente desde entonces. Por primera vez, en 2010 adoptó una serie de recomendaciones elaboradas metódicamente hasta la decisión trascendental del sábado 24. Esta decisión tendrá un impacto significativo en la mayor fuente de biodiversidad del planeta.

El compromiso político de la comunidad mundial con la diversidad biológica fuera de las zonas de jurisdicción nacional (BBNJ, en inglés) se expresa claramente en «El futuro que queremos», el documento final de la conferencia Río+20 adoptado en 2012, en gran parte debido a la insistencia de un grupo de países en el que se incluyen Argentina, Sri Lanka, Sudáfrica y los del bloque de la Unión Europea. En el que se reconoce la importancia de un mecanismo mundial adecuado para el manejo sostenible de la BBNJ.

En 2013, la resolución A/69/L.29 de la Asamblea General autorizó al Grupo de Trabajo Especial a realizarle recomendaciones sobre el alcance, los parámetros y la viabilidad de un instrumento internacional en virtud de la Convención sobre el Derecho del Mar (Convemar).

En los últimos años, nuestra comprensión de la BBNJ ha avanzado de manera exponencial. La imperiosa necesidad de conservar y utilizar de manera sostenible esta vasta e invaluable base de recursos es ahora universalmente reconocida.

La superficie del agua cubre el 70 por ciento del planeta. Este medio marino constituye más del 90 por ciento del volumen de la biósfera terrestre y nutre a muchos ecosistemas complejos que son importantes para mantener la vida en la tierra. Dos tercios de este medio se encuentran en zonas fuera de la jurisdicción nacional.

La contribución de los océanos a la economía mundial se calcula en miles de millones de dólares.

Si bien hay cientos de miles de formas de vida marina conocidas, algunos científicos sugieren que hay millones más que nunca conoceremos. Estas, incluidos los recursos genéticos, podrían brindar enormes beneficios a la humanidad en el desarrollo de medicamentos vitales, entre otros ejemplos.

Con el aumento de la investigación y la explotación de los recursos genéticos marinos, cada vez más patentes se presentan anualmente referidas a los mismos, con un valor estimado en miles de millones de dólares. Es evidente que la humanidad debe conservar los recursos de los océanos y sus ecosistemas y utilizarlos de forma sostenible, lo que incluye el desarrollo de nuevas sustancias.

Al mismo tiempo, el medio marino enfrenta desafíos sin precedentes. La sobrepesca, la contaminación, el cambio climático, la decoloración del coral y el calentamiento y la acidificación de los océanos, por nombrar algunos, representan una grave amenaza para los recursos biológicos marinos. Muchas comunidades y medios de vida que dependen de ellos están en riesgo.

Mientras que el 2,8 por ciento de los océanos del mundo son zonas marinas protegidas, solo 0,79 de las mismas se encuentran fuera de la jurisdicción nacional. En los últimos tiempos, estas áreas se convirtieron en un activo importante en los esfuerzos mundiales por conservar las especies, los hábitats y los ecosistemas en peligro.

Mientras que la gestión de las zonas dentro de las jurisdicciones nacionales es un asunto que incumbe principalmente a los Estados, las áreas externas son el centro del desafío que enfrenta el Grupo de Trabajo Especial de la ONU.

Los países del Sur en desarrollo insisten en que los beneficios, incluidos los financieros, de los productos desarrollados utilizando los recursos genéticos marinos extraídos de las zonas fuera de la jurisdicción nacional deben compartirse equitativamente. Se podría decir que la idea que sustenta esta propuesta es una evolución del concepto de patrimonio común de la humanidad incorporado en la Convemar.

El Grupo de Trabajo Especial reconoció que la Convemar, calificada como la Constitución de los océanos, sirvió de marco jurídico general para los océanos y los mares. Evidentemente, había mucho que el mundo ignoraba cuando esa convención fue aprobada en 1982.

Dada la comprensión considerablemente mejor que la humanidad tiene de los océanos en la actualidad, sobre todo en las zonas fuera de la jurisdicción nacional, la mayoría de los participantes en el Grupo de Trabajo Especial abogó por un nuevo instrumento jurídicamente vinculante que abordara la cuestión de la BBNJ.

La decisión del sábado 24 hizo hincapié en que no se socaven los mandatos de los instrumentos y marcos internacionales y regionales existentes, que se evite la duplicación y se mantenga la coherencia con la Convemar.

El desafío que espera a la comunidad internacional en la próxima etapa es identificar con cuidado las áreas que el instrumento propuesto abarcará, con el fin de optimizar el objetivo de la conservación de la biodiversidad marina. Debe contribuir a aumentar la resiliencia oceánica, proporcionar una protección integral para las áreas ecológica y biológicamente importantes, y darle tiempo a los ecosistemas para su adaptación.

Es necesario redactar con delicadeza el marco para compartir los beneficios de la investigación y los avances en relación con los organismos marinos. Las empresas privadas que invierten en grande en este ámbito prefieren la seguridad jurídica y normas viables claras. El instrumento internacional debe fijar un marco que incluya una visión estratégica que abarque las aspiraciones de los países industrializados y en desarrollo, particularmente en el área de la distribución de beneficios.

Facilitar el intercambio de información entre los Estados será esencial para alcanzar los más altos estándares en la conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina, especialmente para los países en desarrollo. Estos necesitarán una constante capacitación para contribuir eficazmente a la meta del uso sostenible de dichos recursos y para beneficiarse de los avances científicos y tecnológicos.

*Palitha Kohona, es embajador de Sri Lanka ante la Organización de las Naciones Unidas, copreside el Grupo de Trabajo Especial sobre la Diversidad Biológica Fuera de la Jurisdicción Nacional junto con Liesbeth Lijnzaad, de los Países Bajos.