Mientras Washington se lo piensa, Bruselas negocia con Cuba

La decisión de la Unión Europea de relanzar sus relaciones con Cuba da muestras de un pragmatismo que deja aún más en evidencia la política de embargo y aislamiento de Estados Unidos. Al término de una reunión de dos días representantes de la UE y La Habana han acordado una hoja de ruta para un proceso que deberá culminar en un acuerdo marco de colaboración.

Un momento de la reunión Cuba-UE
Christian Leffler representante de Acción Exterior de la UE, en la rueda de prensa posterios a la conferencia UE-Cuba/ Foto: Jorge Luis Baños/ IPS en el centro,

«Ha habido un claro interés por ambas partes de llegar a una rápida comprensión común sobre las bases de esta negociación», dijo a la prensa el negociador de la UE, Christian Leffler. Un comunicado cubano afirmaba que los intercambios se desarrollaron de manera «constructiva y positiva» y continuarán en Bruselas.

El interés de la UE respalda las transformaciones que Cuba puso en marcha en 2008 y que, para los europeos, son más amplias que las determinadas en la reforma económica. Para el bloque de 28 países son importantes la moratoria de la pena de muerte, la apertura al trabajo privado y la restitución a la población de los derechos de viaje y de propiedad sobre viviendas y vehículos.

No menos relevante resulta a los ojos europeos el acuerdo de 2011 del sexto congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba de limitar a dos períodos consecutivos la estancia en los principales cargos estatales y gubernamentales. La decisión incluye al presidente Raúl Castro, quien cumplirá su segundo y último mandato en 2018.

«Yo hablo de cambios en términos generales. Para mí hay más cambios a nivel nacional que la actualización económica. Es un asunto cubano que estamos listos a acompañar», dijo Leffler. La Ley de Inversiones Extranjeras, que entrará en vigor en julio, abre tanto para Cuba como para la UE nuevas oportunidades, agregó.

España encabeza el intercambio comercial europeo con La Habana, con más de 1.156 millones de dólares en 2012. Sin embargo, fue justamente un gobierno conservador español, el de José María Aznar (1996-2004), el artífice de la llamada Posición Común que la UE adoptó en 1996 y que constituye para Cuba una injerencia en sus asuntos internos.

Este tema no estuvo sobre la mesa en esta primera ronda de pláticas. Respondiendo a nuestra pregunta, Leffler, de nacionalidad sueca, también aclaró que la UE no ha traído condicionamientos políticos. «Si queremos negociar un acuerdo, no es muy constructivo venir con un punto inicial de condiciones e imposiciones», afirmó.

Los desacuerdos entre Bruselas y La Habana en materia de libertades fundamentales se hicieron críticos en 2003, a raíz de la detención y severas condenas impuestas por Cuba a 75 opositores políticos. Pero en 2008 volvió la calma, y la UE y Cuba acordaron reanudar el diálogo político. En febrero de este año decidieron iniciar negociaciones para un acuerdo marco de cooperación.

«Todos los presos de la primavera de 2003 fueron liberados, la reforma migratoria tuvo lugar y la economía cubana avanza hacia un sistema mixto con un importante componente no estatal. Internacionalmente, Cuba presidió con éxito durante 2013 la reunión cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños», resumió el académico cubano Arturo López-Levy.

Este politólogo radicado en Estados Unidos menciona también como punto favorable el papel de La Habana en las negociaciones para «finiquitar el conflicto civil colombiano», que protagonizan en la capital cubana delegaciones de las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del gobierno de ese país.

En su opinión, la negociación del acuerdo de cooperación y diálogo con la UE sirve a las prioridades a largo plazo de la política exterior cubana, en la búsqueda de una mayor autonomía a través de la diversificación de socios.

«Cuba ha logrado avances en sus relaciones con México, Rusia y particularmente Brasil y China, que le otorgan poder de negociación frente a Europa», dijo.

Pese a las desavenencias, la UE vota a favor de la resolución que Cuba presenta cada año en la Organización de las Naciones Unidas para exigir el cese del bloqueo económico y comercial que Estados Unidos le impone desde la década de 1960, una política restrictiva que impide a ciudadanos de ese país viajar libremente y hacer negocios con La Habana.

Paradójicamente, ese embargo concede ciertas ventajas al empresariado europeo, interesado en aprovechar las posibilidades de la nueva legislación para atraer capital fresco e invertir en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, una zona franca que se construye con un millonario aporte financiero de Brasil 45 kilómetros al oeste de La Habana.

Este megaproyecto está llamado a convertirse en pivote del desarrollo cubano por la ubicación geográfica de su puerto, remodelado para recibir buques de gran calado. La obra incluye áreas para impulsar inversiones en biotecnología y farmacéutica, energías renovables e industrias agroalimentaria, turística e inmobiliaria, entre otras.

«La reforma 'raulista' ha empezado a abrir los apetitos empresariales estadounidenses, incluso de los cubanos acaudalados residentes en Estados Unidos», comenta López-Levy.

Se hace más probable «un escenario en el que Estados Unidos sustituya la actual política de autoaislamiento por otra más afín a sus valores democráticos, intereses económicos y estratégicos», opina.

«Europa tiene un tiempo limitado para posicionarse en Cuba antes de la arrancada empresarial estadounidense. Estratégicamente, Bruselas tiene también tiempo limitado para aprovechar la posición privilegiada que le confieren las circunstancias en las que Estados Unidos restringe a sus propias empresas competir por el mercado cubano», agrega.

Quizás ese momento no esté tan lejano. Un sondeo de opinión pública divulgado en Washington en febrero arrojaba un apoyo del 56 por ciento de los adultos estadounidenses encuestados en todo el país a la reanudación de relaciones o a un acercamiento más claro con La Habana, y una oposición de solo el 35 por ciento.

El resultado clave de esa encuesta fue que una mayoría más amplia (el 63 por ciento de los encuestados) en el sudoriental estado de Florida apoyan la reanudación de relaciones y un mayor compromiso. Allí vive la más numerosa comunidad de cubano-estadounidenses, incluyendo a varios de los más firmes enemigos de Castro en el Congreso legislativo.

Para Ramón Sánchez-Parodi Montoto, un exdiplomático cubano experto en las relaciones con Estados Unidos, no habrá cambios en el gobierno de Barack Obama. En su opinión, si no es en la administración que lo suceda, en la siguiente «debe de haber una decisión sustancial hacia la normalización de las relaciones con Cuba».