Mujeres acosadas y agredidas en la plaza Tahrir

Se está volviendo cada vez más peligroso ser mujer, egipcia o extranjera, en la plaza Tahrir de El Cairo, cuna de la revuelta popular de enero de 2011. En las últimas semanas se vienen sucediendo agresiones de caracter sexual, coincidiendo con la proximidad de las nuevas elecciones presidenciales. Tras una primera vuelta en la que no hubo un claro vencedor y días después de que el tribunal supremo haya disuelto el parlamento y permita la candidatura del antiguo primer ministro del expresidente Mubarak, el ambiente en la plaza se está haciendo irrespirable.

manifestantes reunidos en la plaza Tahrir de El Cairo
manifestación en la plaza Tahrir/Foto: Khaled Moussa al-Omrani

Grupos de hombres armados con palos o cinturones agreden a manifestantes y periodistas, escudados en el anonimato de la muchedumbre, arrancándoles la ropa y agrediéndoles a ellas y a quien intente defenderlas. Algunos activistas sostienen que estos ataques están siendo dirigidos por el Estado, como las agresiones sexuales perpetradas por miembros de seguridad del expresidente Mubarak cuando comenzaron las manifestaciones masivas contra su régimen en 2006.

Según declara la periodista egipcia Bisan Kassab, «tratan de intimidar a las mujeres para que no acudan a las protestas. Es una maniobra para desacreditar a las revolucionarias, presentando a las manifestantes como indecentes por salir de noche a la calle a protestar rodeadas de hombres»

Parece que esta táctica tiene algún éxito. Según nos dice un jóven justificando las agresiones «quizá iban vestidas de forma provocativa, o quizá eran delincuentes» Otro jóven, que dijo llamarse Ahmed, añade «¿qué hacían esas mujeres de noche en la plaza? ¿para qué fueron?»

En opinión de Bisan Kassab, los ataques son de dos clases: «Algunos hombres están cargados de frustración por no tener trabajo ni dinero, castrados por el régimen de Mubarak y buscan objetivos débiles para sentirse poderosos. Pero otras agresiones están orquestadas como una maniobra política, coordinadas con un fin claro de descrédito y terror. Este tipo de violencia suele ocurrir en momentos de inestabilidad política, como elecciones o manifestaciones.»

En las últimas semanas se están sucediendo varios episodios de acoso, como los vividos por mujeres egipcias a las que les arrancaron el hiyab o una periodista danesa que fue agredida y arrastrada por el suelo hasta un edificio de la plaza Tahrir. «No vayas ahí o te atacarán, hay muchos hombres peligrosos», alerta un joven a esta periodista. «Vi cómo le arrancaban la ropa a una extranjera la otra noche».

«No son agresiones en un callejón oscuro, sino grupos de hombres atacando a la vista de todo el mundo», dice Bisan Kassab.

Hace pocos días una turba de exaltados atacó con piedras y botellas a unas cien mujeres y varios hombres que habían acudido a una protesta en contra de las últimas agresiones convocada a través de las redes sociales de Internet y con apoyo de organizaciones de la sociedad civil.

La televisión estatal, alentando la xenofobia y empeorando la situación, ha alertado recientemente a la población egipcia de que no deben hablar con extraños, ya que pueden ser espías de agencias de inteligencia extranjeras. A pesar de recibir duras críticas y ser ridiculizado, el aviso no ha sido retirado.

«He vivido aquí seis años antes del 25 de enero (de 2011, fecha del último levantamiento popular), y no había visto antes el recelo y la hostilidad que se respira ahora hacia los extranjeros» comenta un periodista estadounidense. Esta periodista de IPS fue increpada como agente de Israel mientras realizaba entrevistas a los manifestantes.