Derechos de las mujeres: el cuento de nunca acabar

«Es increíble que todavía estemos discutiendo esto», han estado pensand los y las activistas por los derechos de las mujeres y la planificación familiar, que se han reunido esta semana en Nueva York. En el encuentro se conoció el nuevo equipo de tareas de alto nivel que promoverá esfuerzos en todo el mundo hacia las metas de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (ICPD, por sus siglas en inglés). Unas metas que se fijaron en 1975 y todavía están coleando.

Una joven baña a un pequeño en un cubo, una niña la observa
Los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres están en el corazón del desarrollo sostenible/ Foto: Fahim Siddiqi/IPS

Esa conferencia se realizó en Egipto en 1994, y concluyó con un Programa de Acción que se convirtió en documento guía para el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

El Programa de Acción contiene cuatro metas globales: el acceso universal a la educación, la reducción de la mortalidad infantil, la disminución de la mortalidad materna y el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva.

Las metas del ICPD cumplirán 20 años en 2014, pero ninguna ha sido alcanzada hasta ahora y existe un especial rezago en la última de ellas. «No diría que las metas no se han cumplido, sino que solo se ha hecho parcialmente. Hay muchas razones para esto», matiza Gita Sen.

Sen es profesora de políticas públicas en el Instituto Indio de Administración, en Bangalore, y trabaja en asuntos de población desde hace 35 años. Integra el nuevo equipo de tareas, y asistió a la conferencia de El Cairo en 1994.

«Algo nuevo en los últimos 18 años es que ahora existe un lenguaje de derechos sexuales y reproductivos, desconocido antes», señala. «Lo que también vemos es que este lenguaje ha asustado a algunas personas en los gobiernos, a algunos muy religiosos, a algunos conservadores, que lo ven como un juego en el que nadie gana». «Ellos creen que si se potencia a las mujeres, si los jóvenes obtienen autonomía y posibilidad de elegir, van a perder control sobre ellos. Esto probablemente es verdad hasta cierto punto. Pero, al final de cuentas, es mejor para todo el mundo».

Según Sen, el aumento del conservadurismo que socava las metas de la ICPD tiene su origen en Estados Unidos. Da un ejemplo: «La propagación del conservadurismo evangélico en África es algo que financia en gran medida ese país. Lo apoyan personas muy ricas que envían millones a países muy pobres para asegurarse de que la agenda de esos gobiernos margine los derechos sexuales y reproductivos, y la igualdad de género».

«Y con tanto dinero, no sorprende que tengamos tantos problemas», agrega. No obstante, Sen mantiene una actitud positiva. «Vamos a ganar esta lucha. No puedes ignorar a las mujeres y a los jóvenes siempre. Esto no es el oscurantismo».

Falta mucho por hacer. Unos 200 millones de mujeres en todo el mundo carecen todavía de métodos anticonceptivos efectivos. Esto provoca 80 millones de embarazos no deseados cada año, de los que 40 millones terminan en abortos inseguros, muchos con riesgo de muerte para la madre. Y, cada día, 800 mujeres mueren por complicaciones durante el parto, el 99 por ciento de ellas en el Sur en desarrollo. «Sabemos que nuestra respuesta ha sido inadecuada», dice.

Ishita Chaudhry, integrante del nuevo equipo especial y líder de la organización de jóvenes TYPF en India, que trabaja en derechos sexuales y reproductivos, subraya la importancia de prohibir el matrimonio precoz para alcanzar las metas de la ICPD. Las adolescentes obligadas a casarse antes de los 18 años son especialmente vulnerables a los embarazos no deseados y a los abusos. Actualmente hay más de 60 millones de niñas casadas en todo el mundo.

Por su parte Tarja Halonen, expresidenta de Finlandia (2000-2012) y copresidenta del nuevo equipo de tareas de alto nivel dice que «los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres están en el corazón del desarrollo sostenible» y señala: Derechos «El embarazo debe ser uno de los momentos más felices en nuestra vida. Las niñas pagan el precio de los tabúes y de los dobles discursos».