Pasaportes falsos, el otro agujero fronterizo

La desaparición del Malasia Airways en algún punto del océano sigue sin respuestas más de un mes después. Aparte de lo novelesco de cada nuevo dato que sale a la luz, el incidente ha destapado una vulnerabilidad fronteriza: el negocio de falsificación de pasaportes. Dos de los pasajeros volaban con documentación robada.

Dos pasaportes europeos
Hasta 66.000 robos de pasaportes se denunciaron en año y medio en Tailandia/ Foto: Unión Europea

Si el foco de búsqueda del avión está ahora en la zona sur del Índico, las miradas sobre el tráfico ilegal de visados se centran en Tailandia, especialmente en la isla de Phuket, donde se robaron los dos documentos de esta rocambolesca historia.

Además de los problemas de seguridad, la falta de transparencia informativa y de lo caótico de la investigación, este país del sudeste asiático se ha ganado una mala reputación como uno de los centros del comercio de la falsificación de documentos. Toda una empresa criminal internacional relacionada con la inmigración ilegal, la trata de personas, de drogas e, incluso, el terrorismo.

En Phuket, un punto neurálgico de turismo de playa y descanso, son habituales las pérdidas de pasaportes, bien sea por despiste, por robo o por las estafas organizadas. Según los expertos, Tailandia se ha ganado a pulso su mala fama, entre otras razones, por una aplicación laxa de la ley y la cantidad de visitantes que recibe anualmente este país del sudeste asiático, unos 23 millones de personas. Hasta 66.000 robos de salvoconductos se denunciaron en el último año y medio.

Tras las noticias de la aeronave desaparecida, la policía tailandesa ha aceptado unirse a la gran base de datos de pasaportes perdidos de la Interpol, que cuenta con más de 40 millones de documentos de viaje registrados, para detectar a los viajeros sospechosos que intenten entrar o salir del país.

Millones de pasajeros sin identificación

Pero Tailandia no es el único país que tiene un débil o nulo control en este aspecto. Sólo en 2013 mil millones de personas volaron internacionalmente sin que sus carnés de identificación personal fueran comprobados. Todo ello a pesar de que 166 países contribuyen a la base de datos de la Organización Internacional de Policía Criminal, que prácticamente ha triplicado su tamaño en los últimos siete años. 166 Estados forman parte de la lista, si bien de manera formal y no real, pues la gran mayoría de ellos no la utiliza rutinariamente. Apenas las autoridades de Estados Unidos, Reino Unido y Emiratos Árabes Unidos tienen por costumbre realizar una comprobación básica para luchar contra la inmigración sin papeles y contra diferentes delitos.

El negocio de pasaportes falsos está sobrado de ejemplos. Recientemente la compañía aérea portuguesa TAP ha suspendidos sus vuelos entre Lisboa y Guinea- Bissau, tras un incidente en el que 74 refugiados sirios lograron viajar a Portugal con pasaportes turcos falsos. Por otro lado, una investigación ha destapado la participación de personas con visados australianos y europeos robados en un crimen de Dubai, en el que murió un alto cargo de Hamas y sobre el que se sospecha que esté detrás Israel. Incluso un juzgado de primera instancia envió a prisión preventiva a la ex delegada de la Dirección General de Migración de Guatemala por su presunta vinculación con una organización dedicada a la falsificación de pasaportes y al tráfico ilegal de personas.

La atención mediática olvida con frecuencia este tráfico de personas fuera de los márgenes de la ley, cuando por otro lado potencia las imágenes de inmigrantes subsaharianos intentando saltar una valla de Melilla, reforzada con alambres y concertinas. Menos vistosas gráficamente, las noticias sobre pasaportes falsos tienen poco eco en la prensa y en los informativos de televisión. Pero los expertos y los ejemplos confirman que los pasaportes falsos son un gran agujero en las fronteras internacionales.