Portugal silencia a los protagonistas de su democracia en el 40 aniversario de la Revolución de los claveles

J. Marcos y Mª Ángeles Fernández / Lisboa

La madrugada del 24 al 25 de abril de 1974, un grupo de jóvenes militares portugueses derrocó al régimen del Estado Novo, una de las dictaduras más largas (1933-1974) de toda Europa. Cuarenta años después, la Asamblea de la República organiza una ceremonia de conmemoración a la que ha invitado a aquellos mismos uniformados, hoy civiles agrupados en la Asociación 25 de abril. La única condición para su presencia es que mantengan la boca cerrada.
Manifestación 25 Abril 1983 en Porto
Manifestación 25 Abril 1983 en Porto / Foto: Henrique Matos (Wikipedia)

J. Marcos y Mª Ángeles Fernández / Lisboa

La madrugada del 24 al 25 de abril de 1974, un grupo de jóvenes militares portugueses derrocó al régimen del Estado Novo, una de las dictaduras más largas (1933-1974) de toda Europa. Cuarenta años después, la Asamblea de la República organiza una ceremonia de conmemoración a la que ha invitado a aquellos mismos uniformados, hoy civiles agrupados en la Asociación 25 de abril. La única condición para su presencia es que mantengan la boca cerrada. Los protagonistas de los primeros pasos en democracia de Portugal rechazan la propuesta e invitan a la ciudadanía a un acto paralelo.

Una organización clandestina dentro del Ejército formada en su gran mayoría por oficiales de baja graduación, el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), protagonizó el levantamiento militar que a la postre supuso la entrada de Portugal como Estado democrático y la independencia de sus últimas colonias. «El 25 de abril el pueblo portugués recuperó la libertad, la dignidad y el sentimiento de ciudadanía», asegura Otelo Saraiva de Carvalho, uno de los principales protagonista de aquel levantamiento militar.

Aquellas 24 horas, las más importantes de la historia reciente del país, han pasado a la historia como la Revolución de los claveles. Y es que, en su trayecto hacia los puntos clave de la capital, los soldados aceptaron el regalo que a su paso les fue haciendo la florista de un puesto callejero: decoraron sus fusiles con la flor de temporada, en alusión a que no deseaban disparar sus armas.

La planificación de Saraiva de Carvalho salió según lo previsto. Marcelo Caetano, el sustituto de António de Oliveira Salazar al frente de la dictadura, entregaba el poder alrededor de las seis de la tarde del 25 de abril. Una de los golpes de Estado más rápidos, efectivos y pacíficos se saldaba con cuatro víctimas mortales, las ocasionadas por los disparos de agentes de la policía política contra los manifestantes civiles que, pese a las advertencias, salieron a la calle de forma masiva en apoyo al levantamiento. «Los militares de abril cumplieron sus promesas de dejar el gobierno a los civiles y de hacer elecciones constituyentes y legislativas», recuerda el historiador Manuel Loff.

El ostracismo de los militares

«El problema es suyo». La respuesta de la presidenta de la Asamblea de la República portuguesa, Assunção Esteves, fue rotunda. Y la Asociación de abril puso el grito en el cielo. Después llegaron los intentos de acercamiento, con visita de Esteves (del Partido Social-demócrata, PSD) a la sede de la Asociación y palabras de reconocimiento incluidas, pero todo sigue igual. El hemiciclo portugués no cede el uso de la palabra a los militares que hace cuarenta años iniciaron el camino hacia la democracia.

«No hubo el consenso necesario para su intervención en la sesión solemne conmemorativa». El comunicado emitido por el propio Parlamento cerraba en banda la postura política. «Si fuéramos invitados con uso de palabra, iríamos. Si no, haré una intervención semejante pero en otro local», garantiza Vasco Lourenço, presidente de la Asociación 25 de abril y parte de la dirección del MFA, poniendo el punto a la posición de su colectivo.

El caso es que ningún partido político incorporó la reivindicación de la Asociación 25 de abril como propuesta formal de alteración al formato habitual que sigue el Parlamento, regido por turnos fijos de un diputado por bancada, la presidenta de la Asamblea y el presidente de la República. La cuestión tampoco fue incluida en las reuniones del grupo de trabajo creado expresamente para elaborar el programa de conmemoraciones y que está formado por un miembro de cada partido con representación política.

A última hora el Partido Socialista solicitó por carta que el asunto fuera discutido, pero el PSD del presidente Passos Coelho ostenta la mayoría en coalición con el Centro Democrático y Social-Partido Popular (CDS-PP) y se ha manifestado explícitamente en contra de que los militares hablen en la sesión solemne, pues en palabras de su líder parlamentario, Luís Montenegro, considera que se trata «de una reunión de un órgano soberano».

Vasco Lourenço ha zanjado el asunto, recordando para los despistados que ya en los años 90 el rector de la Universidad de Coimbra, Rui Alarção, hizo uso de la palabra frente a los diputados, en una sesión conmemorativa del aniversario de la institución académica. No fue la única excepción, pues varios jefes de Estado extranjeros han hablado posteriormente frente a los diputados. «Las regulaciones están hechas para ser alteradas cuando sea necesario. Si se trata de una situación excepcional, en la que reconocen que somos imprescindibles en la sesión solemne, que entonces haya una decisión excepcional», explica Lourenço.

Contra el actual Ejecutivo

La Asociación considera que «este año las razones se acentuaron» y ha propuesto «un homenaje a todos los militares de abril», en la céntrica calle Largo do Carmo, próxima precisamente a la Asamblea, a las 11 de la mañana del domingo 25, un evento «para el cual desafía a toda la población». El comunicado hecho público por la Asociación aclara que Lourenço hará «una intervención de fondo en la línea de la que hubiera sido hecha» en la Asamblea. La figura de Salgueiro Maia, uno de los capitanes que guiaron al Ejército portugués durante la revolución, centrará esta propuesta alternativa.

No es la primera vez que los militares de abril dan la espalda a la Asamblea. La primera negativa se produjo en 2012 y se repitió el año pasado, en ambos casos por considerar que la línea del actual Ejecutivo va contra sus ideales y valores. «No aceptamos ir para ser simplemente una flor encima de la mesa», explica el presidente a euroXpress, quien aclara que «no es una actitud anti-Asamblea». De hecho, los militares de abril sí participan en otras actividades programadas.