Refugiados sirios en la pobreza extrema, según nuevo estudio

Cuando la canciller de Alemania, Angela Merkel, defendió la política de inmigración de su gobierno y anunció que su país recibirá un millón de refugiados, en su mayoría de Siria, miembros de su partido, la Unión Demócrata Cristiana, la aplaudieron de pie durante nueve minutos.

Migrantes sirios protestan en Atenas
Migrantes sirios protestan en Atenas para que se les permita ir a otros países europeos, en diciembre de 2014/ Foto: Apostolis Fotiadis/ IPS

A esa buena noticia, anunciada el lunes 14, le siguió otra mala con la publicación 48 horas después de un informe que concluye que la guerra civil en Siria causó «la mayor crisis de refugiados de nuestro tiempo, con costes humanos, económicos y sociales colosales para los refugiados y las comunidades de acogida».

El estudio, del Banco Mundial y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), señala que aproximadamente 1,7 millones de sirios que están registrados como refugiados en los vecinos Jordania y Líbano viven en circunstancias precarias, a pesar de la generosidad de los gobiernos receptores.

«Son pocos los derechos legales que tiene la población refugiada, además, de una limitación de acceso a los servicios públicos debido a una demanda sin precedentes. La inmensa mayoría de estos refugiados vive en situaciones de marginalidad, en áreas urbanas y periurbanas, muchos de ellos, en asentamientos informales en lugar de campos de refugiados», denuncia el informe.

La difícil situación de los refugiados es grave y las vidas y la dignidad de millones de personas están en juego, advierte. Casi nueve de cada diez refugiados sirios que viven en Jordania se encuentran en la pobreza o se espera que lo estén a no tardar mucho.

La crisis tiene consecuencias que trascienden a Oriente Medio, ya que los refugiados, en su desesperación, se trasladan a Europa y otros lugares, indica. «Tenemos la responsabilidad colectiva de responder a las crisis humanitarias... que se desarrollan en Oriente Medio y de actuar sobre las consecuencias inmediatas, así como sobre las causas subyacentes de los conflictos», ha dicho Hafez Ghanem, vicepresidente del Banco Mundial para Oriente Medio y el norte de África.

Pero a pesar de la generosidad de Alemania, persiste la oposición al concepto de mantener las fronteras abiertas a los refugiados, que también incluye a los solicitantes de asilo procedentes de Afganistán, Iraq y Libia.

Frans Timmermans, primer vicepresidente de la Comisión Europea, recordó el martes 14 en una conferencia de prensa en la ciudad francesa de Estrasburgo que «las fronteras que los migrantes cruzan no son solo las fronteras griegas o... búlgaras, son las fronteras de Europa».

Estas fronteras son una responsabilidad colectiva y «si no las protegemos de la manera correcta, las consecuencias serán para todos los europeos», advirtió. No obstante, las críticas son generalizadas ante las respuestas negativas a la llegada de refugiados, tanto de los países de Europa oriental como de los países ricos del Golfo.

Al portavoz adjunto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Farhan Haq, se le preguntó si el secretario general, Ban Ki-moon, está decepcionado de que los estados del Golfo y los países asiáticos no se hayan ofrecido a acoger a los refugiados. «Bueno, ustedes han visto las propuestas (de acogida) a medida que llegan. Siguen siendo insuficientes según nuestras propios estándares», respondió.

Todavía hay mucho más que hacer para aceptar a los refugiados sirios, pero la ONU agradece las propuestas de acogida que han presentado los países en el mundo occidental, en la región y sus alrededores, y añadió «pero, en última instancia, con el fin de reducir la carga de los países como Turquía, como Jordania, como Líbano, hará falta que otros países redoblen sus esfuerzos y hagan más».

Específicamente sobre los países del Golfo, dijo que ha habido un ligero movimiento en diferentes áreas, «pero aún no está en el nivel que necesitamos para aliviar realmente la carga de los países de la región».

Dirigiéndose a la Asamblea General de la ONU en noviembre, el embajador de Arabia Saudita, Abdulmohsen Alyas, declaró que su país «ha recibido a 2,5 millones de refugiados y les permite la libre circulación dentro del país».

También informó que la ayuda saudí al pueblo sirio había alcanzado 700 millones de dólares, según la Tercera Conferencia Humanitaria de Promesas de Contribuciones Internacionales para Siria, celebrada en Kuwait en marzo.

No obstante, la paradoja de la crisis se refleja mejor en una caricatura en la cual Merkel apela al rey Salmán de Arabia Saudita, uno de los países más ricos del Golfo, para permitir que algunos de los inmigrantes se instalen en su reino. «No se preocupe, Sra. Merkel. Usted puede quedarse con todos los refugiados, y nosotros les construiremos 200 mezquitas en Alemania», le responde Salmán en la caricatura.

Según el diario libanés Al Diyar, Arabia Saudita prometió construir una mezquita por cada 100 refugiados que entren a Alemania. Andrea Scheuer, secretario general del partido alemán Unión Social Cristiana, calificó de «cínica» la propuesta saudí.

Y preguntaba «No, es más que cínica. Esto no es la Hermandad Musulmana. ¿Dónde está la solidaridad en el mundo árabe?».