Renuncias y más violencia atizan la crisis siria

Mientras las fuerzas de seguridad del gobierno sirio continúan el sitio de Alepo, la segunda ciudad más grande del país, altos funcionarios del régimen renuncian en cantidades sin precedentes. No son los únicos. La ONU calcula que centenares de miles de sirios han huido de los combates en Alepo, donde tanto las fuerzas del gobierno como los rebeldes aumentan su capacidad militar, incluyendo el uso de helicópteros, aviones, tanques y otro armamento pesado.

Refugiados sirios se manifiestan en el campo de Boyauyounm (Turquía)
Refugiados sirios en Boyauyounm / Foto: Foto Freedom House_CC.BY.2.0

No está claro si la ofensiva rebelde en la ciudad fue planeada para que coincidiera con otra similar en Damasco y con el reciente atentado con bomba que mató a cuatro altos funcionarios del régimen. Tampoco la cantidad de muertos que ha dejado esta última ola de violencia, pero algunos informes indican que hubo escaramuzas en barrios enteros. Un alto funcionario del régimen advirtió el sábado que la verdadera «batalla por Alepo» todavía no había empezado.

Los combates también estallaron en el campamento de refugiados palestinos de Al-Yarmouk y sus alrededores, donde bombardeos que se presume fueron lanzados por el régimen, mataron a por lo menos 20 palestinos, en un área situada en las afueras de Damasco.

En la mañana del 6 de agosto, los medios estatales sirios anunciaron que una bomba había explotado dentro de un canal de televisión progubernamental en la capital. Pero el régimen se vio aun más perjudicado por una serie de renuncias de altos funcionarios, entre ellos el primer ministro Riad Hijab, que la noche del domingo huyó a la vecina Jordania. «Anuncio mi renuncia al régimen asesino y terrorista, y anuncio que me he unido a las filas de la revolución por la libertad y la dignidad. Anuncio que a partir de hoy soy un soldado de esta bendita revolución», señaló en un comunicado, leído por su portavoz.

La situación es funesta para el atribulado régimen sirio, que enfrenta escasez de recursos y frías relaciones con sus partidarios internacionales, China y Rusia. No obstante, el ejército ha retomado el control de varias zonas. El gobierno solicitó a Rusia ayuda financiera para aliviar las severas sanciones internacionales, que podrían estar empezando a privar al régimen de los fondos y el petróleo esenciales para mantener su aparato de seguridad.

Mientras la batalla por Alepo se prolonga y continúan los enfrentamientos esporádicos en Damasco y otras partes del país, no está claro si los recursos que le quedan al ejército sirio le permitirán seguir financiando ese aparato.

Informes indican que las fuerzas kurdas avanzan en el noreste del país.

Abdelbaset Sieda, el nuevo presidente del Consejo Nacional Sirio (coalición opositora) tras la renuncia hace varios meses de Burhan Ghalyoun, emitió un comunicado promoviendo una solución negociada a la soberanía de las áreas kurdas. Además, subrayó que mantendría una política de tolerancia cero hacia funcionarios del régimen de Bashar Al Assad que tuvieran «sangre en su manos».

También ha habido cambios significativos a nivel internacional. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos permitió a organizaciones de ese país ayudar financieramente a la oposición a Assad, mientras que trascendió que el presidente Barack Obama autorizó en secreto brindar armamento y entrenar a rebeldes sirios en la vecina Turquía.

La última ola de violencia genera temores de que la crisis pudiera agravarse aun más. El gobierno sirio reubicó varios de sus arsenales de armas químicas y biológicas, y aunque el Ministerio de Relaciones Exteriores prometió que jamás las usaría contra su propia población, sí se reservó el derecho a emplearlas contra «enemigos extranjeros». Esta distinción se ha vuelto cada vez más borrosa, mientras la oposición siria estrecha sus vínculos con actores internacionales en Estados Unidos y el Golfo.

También hay preocupación en torno al rebelde Ejército Libre de Siria (ELS). Aunque desde el punto de vista estructural todavía es inferior a las fuerzas del régimen, en las últimas semanas ha aumentado significativamente su capacidad militar. Además de las preocupaciones por el lenguaje sectario de algunos combatientes del ELS, organizaciones de derechos humanos también han comenzado a denunciar crímenes de guerra cometidos por esa fuerza, incluyendo secuestros, ejecuciones sumarias y atentados con explosivos en áreas civiles.

Mientras, parece que se está cerrando la ventana para un cese del fuego que tenga el visto bueno de la comunidad internacional y que permita un plan de paz transicional, coincidiendo con el anuncio de Kofi Annan, enviado especial de la ONU, de renunciar al puesto al finalizar su mandato el 31 de julio. Aunque la ONU intenta hallar un reemplazo adecuado, la misión del foro mundial en Siria y el plan de paz de seis puntos propuesto por Annan parecen estar llegando a su fin, dejando pocas opciones diplomáticas sobre la mesa.

A muchos en Siria les preocupa que una guerra civil prolongada ya sea inevitable. Al aumentar los enfrentamientos militares, se ha desvanecido la incidencia de manifestaciones pacíficas y masivas. Sin embargo, no está claro hasta qué punto esto es consecuencia del temor a una represión del régimen o una falta de fe en el militarizado movimiento opositor. Pese a la serie de victorias del ELS, la oposición siria está profundamente dividida, y las luchas por el liderazgo continúan obstaculizando los esfuerzos de coordinación. Una conferencia planificada por Haytham Al-Maleh, destacada figura del levantamiento que sin embargo se apartó del Consejo Nacional Sirio, fue boicoteada por varios grupos opositores, incluido el mismo Consejo.

Varios analistas de Estados Unidos han rechazado rotundamente tanto la actitud del régimen de Assad como la de la oposición siria. Entre ellos, Asad Abu-Khalil, profesor de la California State University Stanislaus y propietario del popular Angry Arab News Service (»servicio de noticias de árabes indignados»). Abu-Khalil advirtió en su blog que «el Ejército Libre de Siria ha tomado el control y ha secuestrado el levantamiento» popular contra Assad.

Cree que «la mayoría de los activistas se han quedado en sus casas y se lavan las manos ante lo que esta ocurriendo, y algunos incluso apoyaron al ELS aunque no se unieran a él». Actualmente no queda movimiento civil: lo mató el régimen y el ELS. Abu-Khalil también alerta sobre la creciente influencia de la red extremista Al Qaeda y otros grupos fundamentalistas islámicos que operan bajo el manto del ELS, que todavía carece de una fuerte coordinación y liderazgo central.

Sitios web de grupos afiliados a Al Qaeda han asumido la responsabilidad de una serie de atentados perpetrados en Siria, y algunos analistas advierten que muchos combatientes de esa red extremista han dejado Iraq para unirse al ELS.

Mientras la legitimidad y la capacidad institucional del régimen de Assad caen en picado, hay pocas señales de que los movimientos opositores hayan creado el apoyo público necesario para reemplazarlo efectivamente en caso de un colapso total del gobierno. Los planes de Estados Unidos e Israel para una reconciliación posterior al conflicto,son rotundamente rechazados por figuras clave de la oposición, pero no se ofrece ninguna alternativa creíble en su lugar. Aparentemente, el futuro de Siria es tan impredecible y peligroso como su presente.