Rusia se va de compras por sus exrepúblicas

La gigante petrolera rusa Rosneft está interesada en adquirir la mayoría de las acciones en la compañía propietaria de todos los aeropuertos civiles de Kirguistán. Las negociaciones causan preocupación en algunos círculos de Bishkek por el riesgo potencial para la soberanía kirguisa. Pero con su arraigada corrupción, mala gobernanza y aislamiento, este país de Asia central tiene pocas opciones.
Tropas en Manas
Tropas en Manas / Foto: David Trilling (EurasiaNet)
La gigante petrolera rusa Rosneft está interesada en adquirir la mayoría de las acciones en la compañía propietaria de todos los aeropuertos civiles de Kirguistán. Las negociaciones causan preocupación en algunos círculos de Bishkek por el riesgo potencial para la soberanía kirguisa. Pero con su arraigada corrupción, mala gobernanza y aislamiento, este país de Asia central tiene pocas opciones.

El objetivo de Rosneft es la empresa Manas International Airport, que lleva el nombre de la principal terminal aérea bajo su control. Además de Manas, ubicada en las afueras de la capital kirguisa, la compañía controla otros 10 aeropuertos en todo el país, aunque la mayoría no están operativos.

Manas fue sede durante 13 años de una base militar de Estados Unidos, pero las tropas de ese país tienen previsto retirarse en julio. Sin la inversión de Washington, la empresa, en la que el Estado kirguiso posee el 79 por ciento de las acciones, entrará en crisis, advierten funcionarios de gobierno.

En febrero, el presidente de Rosneft, Igor Sechin, cercano al mandatario ruso Vladimir Putin, firmó con el primer ministro interino kirguiso, Djoomart Otorbaev, un memorando no vinculante sobre la intención de la compañía rusa de adquirir por lo menos el 51 por ciento de las acciones de Manas. En el documento, Rosneft también prometió invertir más de 1.000 millones de dólares en la creación de un «centro logístico internacional a gran escala» en el país.

En un texto separado, la empresa expresó su intención de comprar el 50 por ciento de las operaciones de distribución de combustible del aeropuerto de Osh, el segundo más grande de Kirguistán, y adquirir la privada Bishkek Oil Company, que administra una red de estaciones expendedoras de combustible en la capital.

El vicepresidente de Manas, Dair Tokobaev, admitió que las perspectivas económicas de la compañía son oscuras, a menos que pudiera encontrar un nuevo flujo de inversiones tras el cierre de la base estadounidense. «Tenemos muchos problemas. Necesitamos un inversor», explica. Desde 2010, cuando el gobierno kirguiso comenzó a insistir en que las tropas estadounidenses debían retirarse, algunos funcionarios recuperaron la idea de convertir a Manas en un centro civil de transporte de carga y pasajeros para toda Asia.

En su Estrategia Nacional para el Desarrollo Sostenible, el presidente Almazbek Atambayev destacó como una de sus prioridades la reconstrucción y modernización de todos los aeropuertos, así como la creación de una terminal internacional. En una entrevista de televisión el 27 de marzo, Atambayev expresó su apoyo a la intención de Rosneft, y explicó que Kirguistán no tenía otra opción. El aeropuerto necesita combustible gratis para poder operar y desarrollarse, y solo Rosneft puede proveerlo, argumentó. «Aquellos que claman diciendo que no se le puede dar más dle 51 por ciento a Rosneft, en los hechos quieren acabar con el futuro de Manas», dijo a la agencia de noticias Kloop.kg, de Bishkek.

En los últimos años, compañías controladas por el Estado ruso han avanzado agresivamente para obtener el control accionario de sectores kirguisos clave. En diciembre, por ejemplo, la gigante rusa Gazprom adquirió la tambaleante Kyrgyzgaz, que administra la red de distribución de gas de Kirguistán, por el precio simbólico de un dólar. Gazprom prometió invertir 600 millones de dólares en la red y también asumir una deuda de 48 millones.

Durante las discusiones sobre esa venta en el pasado verano boreal, el presidente de Kyrgyzgaz, Turgunbek Kulmurzayev, dijo al periódico local Vechernii Bishkek que la compañía estaba en la «bancarrota» y que «no tenía otra opción» que vender. Otra empresa controlada por el Kremlin, RusHydro, inició en junio pasado la construcción de una central hidroeléctrica por 400 millones de dólares en Kirguistán. Asimismo, la estatal rusa Inter RAO prometió construir la represa hidroeléctrica Kambara-Ata-1, estimada en 2.000 millones de dólares, en el río Naryn.

Esos acuerdos son vistos con recelo por algunos analistas en Bishkek. La mayoría reconocen que el objetivo de Moscú es ejercer una mayor influencia en Kirguistán. Las remesas de los kirguisos emigrados a Rusia representan cerca de un tercio del producto interno bruto de Kirguistán, y un gran contingente de tropas rusas se encuentra estacionado en este país de Asia central. La constante venta de acciones estatales hace cada vez más difícil a las autoridades kirguisas tomar un camino independiente de Moscú.

El analista Marat Kazakpaev, de Bishkek, sostiene que, si bien era obvio que el gobierno kirguiso necesitaba fondos, debía optar por atraer a capitales privados. El experto advirtió que Rusia considerará a Kirguistán un punto de apoyo para expandir su influencia geopolítica en la región. «El hecho de que Rosneft sea una compañía estatal le da otro contexto a este memorando. No se trata de negocios, sino de política», explica a EurasiaNet.org.

El actual desafío de Kirguistán es evitar el alejamiento de potenciales inversores occidentales por los propagados casos de corrupción y la volatilidad política en el país. «Admitámoslo francamente, si hay inversiones, serán de Rusia. No recibiremos ninguna inversión de Occidente», reconoce el economista Meimanbek Abdyldaev al servicio kirguiso de Radio Liberty. Sostiene que el interés de Rosneft en Manas «puede ser visto como un anticipo de la entrada (de Kirguistán) a la unión aduanera» regional promovida por Rusia.

El memorando no es legalmente vinculante, y cualquier acuerdo final debe ser ratificado por el parlamento. Un pequeño grupo de manifestantes se congregó el 20 de marzo frente a la sede de la asamblea legislativa, para oponerse a la venta.

El activista por los derechos humanos Gulshaiyr Abdirasulova dijo a Kloop.kg que Manas era «un objetivo estratégico». «Se trata del bienestar y de la riqueza del pueblo. No estamos en contra de las inversiones que desarrollarán el aeropuerto, si en contra de entregar el control de un bien» nacional, señala. El legislador Dastan Bekeshev apoyó a los manifestantes. «Si uno quiere atraer a inversores, no es a través de una venta, sino de una iniciativa de riesgo compartido», señala.

Rosneft se mantiene en silencio y no responde a los medios de comunicación. Tampoco lo hace el Ministerio de Transporte, que participa en la negociación del acuerdo. Tokobaev, de Manas, opina que el aeropuerto es un objetivo estratégico, pero subraya que el desarrollo de la terminal es la prioridad, más allá de quién aporte el capital. Sin inversores como Rosneft, «terminaremos viendo a Manas como un monumento cultural. ¿Debemos dejar que se derrumbe siendo kirguiso o salvarlo y desarrollarlo en forma conjunta con alguien más?», plantea.

Este artículo fue publicado originalmente en EurasiaNet.org