Srebrenica la herida abierta de Europa

Casi 20 años después del genocidio de Srebrenica, el Estado holandés ha sido declarado culpable, por un tribunal de la Haya, de la deportación y muerte de 300 musulmanes varones de esta localidad bosnia, de mayoría musulmana (bosnios), masacrada por tropas serbias del 11 al 22 de julio de 1995. Proclamada zona segura por la ONU, los civiles de Srebrenica debían estar protegidos por un destacamento de Cascos Azules holandeses.

Familiares junto a las tumbas de los muertos en Srebrenica
Familiares de los muertos en Srebrenica/ Foto: Lorena Pacho


Casi 20 años después del genocidio de Srebrenica (este de Bosnia- Herzegovina), el Estado holandés ha sido declarado culpable, por un tribunal de la Haya, de la deportación y muerte de 300 musulmanes varones de esta localidad bosnia, de mayoría musulmana (bosnios), masacrada por tropas serbias del 11 al 22 de julio de 1995. Proclamada zona segura por la ONU, los civiles de Srebrenica debían estar protegidos por un destacamento de Cascos Azules holandeses. Ahora, la justicia internacional considera que el escuadrón de Naciones Unidas 'sabía o debería saber que el genocidio se estaba llevando a cabo y existía un riesgo serio de que esos hombres fueran asesinados'. Además añade que, «prácticamente con total seguridad», estarían vivos de haberse quedado con los Cascos Azules'.

Sin embargo, el tribunal no considera a Holanda responsable del asesinato de todos los musulmanes bosnios en Srebrenica (a 15 km de la frontera con Serbia, en el extremo oriental de la República Srspska, el ente serbio de Bonia i herzegovina), en total 8.372, la mayoría hombres, de 13 a 80 años, fusilados por los serbobosnios. El fallo dice que, en días anteriores a la deportación del grupo de los 300, ya se habían hallado cadáveres de otros hombres, por lo que permitir que se les deportara, convierte al Estado holandés en reponsable, en parte, de sus muertes. Eso abre una vía para que las familias puedan reclamar una indemnización.

La asociación Madres de Srebrenica ha calificado la sentencia de 'enorme avance en la dirección correcta', aunque hubieran preferido que los jueces añadieran más nombres a la lista, los de otros 2000 varones concentrados cerca de la base militar holandesa. 'Deberían habernos protegido porque somos civiles y lo perdimos todo. Seguiremos hasta el tribunal de Estrasburgo', declaraban a la prensa internacional, después de manifestar su decisión de apelar la sentencia.

El proceso judicial es un coloso que lleva años abierto y que avanza lentamente, un constante baile de responsabilidades, aún sin depurar. En 2008, un tribunal holandés había eximido al Estado (Holanda) de toda responsabilidad civil en la masacre. En ese mismo año, otro tribunal concluyó que la ONU goza de inmunidad en lo que respecta a este genocidio. Después de años de vacíos legales, responsables en paraderos desconocidos, fugas y demás obstáculos, los juicios contra los principales responsables políticos y militares, encabezados por Radovan Kazardic (1945, Yugoslavia) y el general Ratko Mladic (1942, República Srpska, Bosnia-Herzegovina), de los que se encarga el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TRIY) aún están pendientes de resolución.

Srebrenica 1995. Una 'carnicería' en plena Europa

En aquel julio de 1995 en Europa volvió a hablarse, por primera vez desde la II Guerra Mundial, de exterminio y campos de concentración. En el enclave de Srebrenica, bajo la protección de la ONU desde 1993, más de 8.000 musulmanes bosnios fueron asesinados.

Las tropas serbias, al mando de Mladic, vestidas con los uniformes de los cascos azules de Naciones Unidas y frente a su propia base, concentraron a toda la población musulmana de la localidad. Allí les aseguraron que estarían a salvo y que quien lo deseara, podría abandonar la zona de forma segura y ordenada.

Después separaron a las mujeres de los hombres mayores de 13 años, y fusilaron sistemáticamente a los varones, también a los que intentaban escapar a pie de Srebrenica, que ya se había convertido en epicentro de la limpieza étnica en la guerra de Bosnia, en una ciudad sitiada en la que el ejército y los paramilitares serbios impusieron la ley del terror.

Aún no se ha enterrado a todos los muertos

Casi dos décadas después, concretamente 19 años, todavía no se ha podido enterrar a todos los muertos. Tras la masacre, los asesinos removían y escondían los cadáveres, hasta el punto de que han llegado a encontrarse restos de un mismo cuerpo en once fosas comunes diferentes, para sembrar el pánico entre la población y dificultar el hallazgo de los cadáveres.

Desde 1995, todos los años logran identificarse centenares de restos que cada aniversario son entregados a las familias y enterrados de forma masiva en el cementerio memorial de Potocari (municipio de Srebrenica), una inmensa ladera frente a la que fue la base de los cascos azules, ocupada hoy por más de 6.000 tumbas.

Dos de ellas son las del padre y el abuelo de Anel Handzic, enterrados en 2010 y 2009, que un año más,visita el memorial para recordar a los suyos. Este año acompaña a un vecino para dar sepultura a su padre, recientemente identificado. Anel nació cuando comenzaba la guerra en Bosnia.

De aquel 13 de julio sólo recuerda la oscuridad del camión en el que le metieron con su madre, para sacarlos de Srebrenica. «Solo había un rayo de luz que se colaba por una puerta que no estaba bien cerrada». Los únicos varones vivos de su familia son él y un tío que ahora vive en el extranjero. Hoy tiene 22 años y estudia Derecho en Sarajevo. Su madre lo espera fuera del cementerio, nunca entra en julio, prefiere hacerlo en otras fechas, «cuando puede estar sóla allí» nos dice, mientras quita, con delicadeza, las malas hierbas de la lápida de su padre.

Su historia se confunde entre las miles que reposan en el cementerio y recuerda que cada asesinato, cada desaparición, rompe muchas vidas, acarrea también el sufrimiento de sus allegados, la búsqueda, el dolor, el desconsuelo, la incertidumbre de no saber ni dónde, ni cuando, ni cómo fue asesinado su ser querido. Es el lado humano que marca ese conflicto.

Según el Instituto bosnio de personas desaparecidas, hasta la fecha, han sido encontradas unas 7.100 víctimas y siguen buscando a 1.000 más.

En el memorial de este año han ecibido sepultura 175 cuerpos, en una ceremonia, celebrada según el rito musulmán, en la que la lluvia, a diferencia de las anteriores, dio una tregua. Comenzó con las palabras del imán de Bosnia, Husein Kavazovic, «este mal todavía no ha sido vencido. Lo será cuando florezca el arrepentimiento», dirigiéndose a algunos dirigentes de la comunidad serbia que niegan la masacre. Esto, unido a la dificultad para encontrar a los cadáveres, debido a la falta de recursos económicos y la lentitud del proceso hace que resulte difícil cerrar la herida de Srebrenica.

Entre los más de 20.000 asistentes al acto también se encontraban los participantes de la 'Marcha de la Paz', que cada año recorren unos 100 km a pie hasta el lugar, recorriendo los mismos caminos por los que huyeron los vecinos tras la caída de la ciudad. Algunos de los que consiguieron sobrevivir, haciendo frente al pánico, la presión y los bombardeos, emboscadas y saqueos, han vuelto a hacer el recorrido, junto a jóvenes de toda Bosnia que piden que no se olvide, ni se repita, lo que ocurrió allí.

19 años después, continúan las divisiones

En una fecha en la que las declaraciones políticas quedan en segundo plano, el alcalde de Srebrenica, Camil Durakovic alentó a las nuevas generaciones diciendo que «No podemos olvidar ni cambiar el pasado. Este debe ser una advertencia para la actualidad y el futuro. Miles de inocentes fueron víctimas sólo porque eran leales a su patria, cultura, fe y costumbres. Cada mal debe ser un mensaje».

Sin embargo, la realidad de Bosnia complica esta idea. En un país con tres etnias y religiones claramente diferenciadas y que conviven en escasa armonía (la religión de los ciudadanos está vinculada a su nacionalidad): serbios ortodoxos, croatas católicos y bosnios musulmanes, los niños aún sufren discriminación en las escuelas a causa de su origen.

En las zonas croatas–bosnias, los alumnos comparten escuela pero no aulas, y en la región de la República Srpska (parte serbia) el programa educativo está dirigido a una sola etnia, sin contemplar las minorías. Por tanto, los que deberán construir el futuro del país y superar el enfrentamiento no tienen contacto entre ellos desde la base y reciben versiones diferentes de su historia reciente.

En 1995, España estrenaba su presidencia de la UE con una condena a la masacre, en la línea que había seguido la comunidad internacional y la Unión Europea, que reaccionaron con lentitud y tibieza, evitando la intervención de más tropas para restablecer el enclave seguro decretado por la ONU.

Matteo Renzi, primer ministro de Italia, ahora al frente de la presidencia rotatoria de la Unión, se ha referido a Srebrenica en alguno de sus discursos, para criticar el letargo de la comunidad internacional y la falta de intervención. Sin olvidar que Europa, en este siglo, tiene nuevos frentes abiertos en el este, Srebrenica tiene mucho que enseñar sobre un hecho del pasado que nos puede ayudar a entender el futuro.