Tráfico de personas en Islandia

El chino Xing Haiou tuvo que dormir en una camilla de masajes, en una habitación sin ventanas, tras trabajar 12 horas al día en los primeros 18 meses de su radicación en la capital de Islandia. A Haiou lo llevó a Islandia una parienta lejana, Lina Jia, para quien estuvo trabajando sin percibir salario alguno entre junio de 2002 y diciembre de 2003. Ella enviaba una suma mensual pequeña a sus padres por «tomar prestado» a su hijo para emplearlo en su sala de masajes.

Casitas bajas junto al mar
Centro de la capital de Islandia visto desde la torre de la catedral/ Foto: Yelkrokeyade

Finalmente, Haiou terminó acusándola de explotación laboral y logró que le pagara una suma equivalente a 18 meses de trabajo, incluidas las horas extras. Pero en aquel momento no fue reconocido como víctima de trata de personas y trabajos forzosos. Ahora, las autoridades se esfuerzan por ampliar la definición de esos términos para proteger mejor a víctimas y sobrevivientes como este inmigrante chino.

Según una fuente que pidió reserva de su identidad, se hacen tres preguntas para definir si hubo tráfico de personas: qué se le hizo a la víctima, qué métodos se utilizaron para ello y cuál fue el fin para hacerlo.

Las pautas de la policía islandesa para trata y tráfico humano derivan en gran parte de la Guía para la Identificación de Posibles Víctimas de Tráfico de Noruega.

Estas pautas también buscan corregir tres errores comunes respecto del tráfico y la trata: que si la persona no aprovechó oportunidades para escapar, él o ella no fueron coaccionadas; que las personas no pueden decir que fueron víctimas de tráfico si sus condiciones actuales son mejores que las anteriores; y que para que un caso sea considerado tráfico, la personas o grupo de personas involucradas tienen que haber cruzado una frontera nacional.

Según Margret Steinarsdottir, abogada del Centro de Derechos Humanos de Islandia»Si las personas usan una definición de tráfico demasiado restringida, excluiremos a la mayoría de las víctimas. Básicamente, se habla de tráfico si se explota la situación de vulnerabilidad de una persona», y añade que «si la gente viene a Islandia por voluntad propia, aun si saben que se meten en una situación en la que serán explotadas, pueden ser consideradas víctimas de tráfico».

Su opinión refleja el marco de la Convención del Consejo de Europa sobre la Lucha contra el Tráfico de Seres Humanos, adoptada en Varsovia en 2005.

Steinarsdottir ha trabajado con numerosas personas que podrían ser consideradas víctimas de tráfico humano. Al contrario de la opinión popular, no todas están atrapadas en redes de comercio sexual ni son todas mujeres.

En Islandia, el trabajo forzoso prevalece en sectores como la construcción y la agricultura, y una gran cantidad de víctimas de tráfico humano termina como niñeras en domicilios particulares. Los restaurantes también ocultan a una gran cantidad de trabajadores forzoso, la mayoría procedentes de los países de Europa oriental, que suelen trabajar unas 16 horas al día.

Según la abogada, la mayoría de la gente cree que el tráfico es una cuestión de grupos delictivos organizados, pero en realidad muchas personas son atraídas con la promesa de un empleo estable.

A la joven china Sun Fulan le prometieron un «trabajo de ocho horas al día haciendo trabajo doméstico diurno con los domingos libres». Pero terminó trabajando de 14 a 15 horas por jornada repartiendo diarios y panfletos, trabajando en un salón de masajes y ayudando a renovar tres propiedades pertenecientes a Lina Jia, la misma que trajo a Haiou a este país.

Pese a la larga jornada laboral, en la que también realizó tareas domésticas, Fulan solo recibió un porcentaje de lo que se le había prometido. Finalmente, en febrero de este año, escribió a las autoridades islandesas y chinas denunciando la situación.

Steinarsdottir también menciona casos de mujeres inmigrantes que se casaron en Islandia y fueron obligadas por sus maridos a prostituirse. Muchas veces, los hombres se quedan con sus ingresos y las amenazan con enviarlas a sus países de origen si protestan. Esa situación también puede considerarse tráfico humano, señala la abogada.

Steinunn Gydu- og Gudjonsdottir, responsable de Kristinarhus, un refugio para mujeres víctimas de prostitución o tráfico, también tuvo que lidiar con un caso de trabajo forzoso. «No estaba claro si la mujer fue traída a Islandia solo por trabajo forzoso o también por prostitución, pero tenía todas las características, no tenía su pasaporte, le quitaron todos sus ingresos y fue amenazada», nos dice.

Al ser consultado sobre cómo las autoridades tratan los casos de trabajo forzoso, la mayoría se presentan en los alrededores de la capital, Asgeir Karlsson, de la Comisión Nacional de la Policía, dice «Solemos mandar a las personas al sindicato, de lo contrario la comisaría más cercana a ella se hace cargo del caso».

La abogada Steinarsdottir explica: «No he sabido de ningún caso de trabajo forzoso este año, y no suelen aparecer tan a menudo como antes de la crisis bancaria de 2008»

«Pero eso puede deberse a que los afectados tienen miedo a denunciar por temor a no conseguir otro trabajo».