Turismo low cost para viajar por Europa a pesar de la crisis

Viajar, alojarse y visitar lugares es posible por muy poco dinero e incluso, gratis. Los viajes low cost y de economía colaborativa se han instalado en los hábitos de consumo de los europeos y no dejan de aparecer iniciativas que permiten ahorrar costes a los viajeros.

Vista del Puente de las Cadenas
Puente de las Cadenas en Budapest (Hungría)/ Foto: CE

Hace ya varios años se popularizaron en Europa los viajes de bajo coste gracias a la bajada de precios en los billetes de avión de compañías como Ryanair, Easyjet o Wizzair, con precios muy competitivos. Sin embargo, en los últimos tiempos la aparición de alternativas turísticas tanto para viajar como para encontrar un alojamiento ha crecido exponencialmente, en muchos casos con la oposición de los sectores tradicionales afectados.

Alojamiento, en casas privadas

Las ofertas en hoteles, hostales y apartamentos ya no son la única opción para dormir a buen precio cuando se sale de vacaciones. Alojarse en casas de particulares se ha convertido en una de las alternativas low cost que más adeptos ha conseguido en los últimos tiempos.

En plataformas peer to peer (particular a particular) como airbnb, los usuarios pueden alquilar habitaciones de casas privadas a otras personas de todo el mundo. «El ahorro es importante pero también la cultura del turismo sostenible. Es la mejor forma de conocer sitios nuevos ya que es barato e interesante a la vez como experiencia.», explica Teresa de las Heras, desde Chentelham, en el Reino Unido, donde ha alquilado dos habitaciones en casa de un particular para pasar sus vacaciones.

Teresa, que viaja con su marido y sus dos hijos, ha probado también el intercambio de casas, otra de las fórmulas de la llamada economía colaborativa. En webs como intercambiocasas.com, personas de todos los países ponen a disposición sus hogares durante periodos pactados de tiempo a cambio de ir a casa de otro usuario. Con esta fórmula Teresa ha viajado ya a Lyon (Francia) y Chiclana. «Es una relación que se basa en la confianza. Te cuidan la casa y tú a ellos la suya. Además, vives como la gente del sitio, no como un turista. Te integras. Lo veo muy enriquecedor», explica Teresa.

Para otro tipo de viajeros que buscan además conocer gente en su destino vacacional, hay opciones como el coachsurfing. Se trata de una fórmula por la que los usuarios se intercambian «sofás» (un lugar para dormir) y una experiencia integrada del lugar que se visita.

Reacción del sector turístico

Ante estas nuevas fórmulas, el sector hotelero español trata de frenar el uso de viviendas particulares con fines turísticos en lo que consideran «economía turística sumergida» . Según los cálculos de Exceltur el número de viajeros extranjeros alojados en este tipo de viviendas se ha disparado un 28,4% en los últimos cinco años en España. La patronal de los hoteleros españoles, la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), ha pedido regulación para esta actividad.

En España, varias comunidades autónomas han comenzado ya a legislar sobre este tipo de alquileres. La primera fue Cataluña, que ha multado con 30.000 euros a la empresa Airbnb por comercializar apartamentos turísticos no inscritos en el Registro de Turismo de Cataluña. La Comunidad de Madrid acaba de aprobar un decreto por el que las viviendas de uso turístico no podrán contratarse por un periodo menor de cinco días ni ser vivienda habitual, además de otras medidas.

Free tours

Una vez conseguido el alojamiento, los turistas pueden conocer las ciudades a fondo gracias a otra fórmula low cost o, incluso, gratuita. Los llamados free tour de empresas como Sandemans llevan años mostrando distintas ciudades europeas sin precio fijado. Se trata de tours turísticos al uso, aunque al acabar, los viajeros entregan el dinero que consideran adecuado o no entregan nada.

Compartir coche

En el ámbito del transporte, el low cost de los billetes de avión de Ryanair o Easyjet ha dado paso a fórmulas de bajo precio también por vía terrestre. Compañías como la británica Megabus.com, que acaba de empezar a operar en Barcelona, ofrecen precios muy competitivos para recorridos a capitales europeas, como Londres o París.

Pero compartir los recursos particulares también para moverse es una de las opciones con más auge en los últimos meses. Con fórmulas similares a las del intercambio de viviendas, plataformas como Blablacar permiten poner en contacto a personas que necesitan hacer un recorrido y otras que lo harán con su propio vehículo. Los usuarios comparten los gastos del viaje que, normalmente, suelen ser inferiores a los de un billete de autobús o tren.

Otras web como Uber proporcionan alternativas de transporte en coche de las personas registradas en su red, de modo que quien necesita un vehículo puede contactar con quien ofrece el servicio a través de una app para smartphone. Esta fórmula ha llevado a la huelga a los taxistas en Europa y ha puesto en pie de guerra a ciudades como Barcelona, por el intrusismo de los conductores de esta aplicación con el sector del taxi en la ciudad, que cuenta con una regulación. El Ayuntamiento de la ciudad ha elaborado un protocolo por el que puede multar hasta con 5.000 euros a los conductores.