Kanya DAlmeida
Las manos de un hombre apoyadas en las rejas

Un anciano recibe la ayuda de una enfermera para levantarse de su silla. Se aferra a sus brazos y camina confiando ciegamente en que ella lo llevará a la mesa para almorzar. Cerca, otro hombre pasa el día acompañado de su respirador. Otro tantea en la mesilla buscando su dentadura, y otro más allá llama a su médico, aunque no puede recordar su nombre.

Esto podría sonar como un típico día en un hogar para ancianos, pero numerosas investigaciones independientes describen escenas como estas en el lugar más impensable: las prisiones de Estados Unidos.