Regiones ultraperiféricas, sobrevivir lejos de Europa

Las regiones ultraperiféricas de la Unión Europea (RUP) son las grandes desconocidas en el ámbito comunitario.

Alejadas geográficamente del centro de poder, piden que se tenga en cuenta sus intereses y necesidades, en muchos casos tan diferentes a los del resto de regiones continentales.

Esta semana han celebrado el Primer foro y por unas horas han sido los protagonistas en Bruselas. «Nadie como ellas deberían beneficiarse tanto de la cohesión territorial que ofrecen los fondos estructurales y sociales de la UE para ayudar a las regiones más desfavorecidas» ha dicho el vicepresidente del Parlamento Europeo, Miguel Ángel Martínez.

Paisaje de las islas Canarias
Caldera de Taburiente en la isla de La Palma (Canarias)/Foto:CC

Pocas veces recordamos que la Unión Europea limita con Brasil, Madagascar o Puerto Rico. Que está bañada por 3 océanos: el Ártico, el Atlántico y el Índico; que tiene un clima tropical o que algunos de sus bailes tradicionales tienen ritmo afroamericano.

Esos son los límites reales de la Unión. Además de la Europa continental existen 7 territorios alejados pero que forman parte de alguno de sus Estados miembros. Son regiones ultraperiféricas que presentan unas características muy diferentes al resto. Lo forman 4 departamentos franceses: Guadalupe, Guayana francesa, Martinica, y Reunión, las islas portuguesas de Azores y Madeira y las españolas Islas Canarias, donde viven casi 4 millones de personas. Su situación oceánica, el alejamiento del continente europeo, la fragmentación insular, la escasez de recursos naturales y su aislamiento reducen su desarrollo económico y social. El presidente autonómico de Canarias, Paulino Rivero ha insistido en que «tenemos unos problemas estructurales, que son unos problemas permanentes en el tiempo.»

Zonas separadas por miles de kilómetros, bañadas por mares diferentes y en las que se hablan lenguas diferentes. No sólo están físicamente alejadas sino que también están aisladas del centro de poder. A lo que hay que añadir su escaso peso demográfico y económico. Y su proximidad a países muy pobres, lo que dificulta su desarrollo. Todo eso hace que sufran un retraso estructural por lo que, como reconoce el vicepresidente del Parlamento europeo, Miguel Ángel Martínez «Nadie como ellas deberían beneficiarse tanto de la cohesión territorial que ofrecen los fondos estructurales y sociales de la UE para ayudar a las regiones más desfavorecidas»

Su situación geográfica aporta un valor añadido a la UE, y a estas regiones les ha permitido desarrollar una serie de actividades relacionadas con la investigación. Un ejemplo es la instalación de la estación de lanzamiento de los Ariane por parte de la Agencia espacial europea en la Guayana francesa, el departamento de oceanografía de las Azores o el Instituto Astrofísico de Canarias. El comisario de Política Regional Johannes Hahn se ha comprometido a ser «el defensor de su causa».

Queda claro que las regiones ultraperiféricas tienen unas características específicas que no se dan en otros lugares de Europa, por eso el programa Interreg ha examinado sus condiciones de desarrollo. Por ejemplo, poseen unos importantes caladeros que aun no han sido esquilmados, o unas variedades vegetales que facilitan el desarrollo de investigaciones biomédicas. Y eso sin olvidar su valiosa posición geoestratégica en áreas muy alejadas de Europa.

Canarias, Martinica, Reunión.... sus nombres evocan ritmos de vida más relajados, lugares exóticos. A quién no le suena La Isla del Diablo. Un antiguo penal francés famoso por la brutalidad con que se trataba a los presos y situado a 11 kilómetros de la costa de la Guayana. Se calcula que en los más de 80 años que estuvo funcionado llegaron más de 80.000 prisioneros, algunos tan famosos como Alfred Dreyfus o Papillon.

Estas regiones aportan culturas y tradiciones diferentes a la Europa continental. Ritmos acompasados como la isa canaria, el bailinho de Madeira, o afrocaribeños como el Zouk, el Okilé, el maloyá.

Son los grandes desconocidos ... los pequeños, incomprendidos. Pero la riqueza de su entorno natural, su cultura, el talento particular de su población o su capacidad científica y tecnológica los convierte en un activo más de la Unión Europea.