15-M: siguen en la calle

El miedo y la incompetencia son los componentes de un cóctel explosivo. Si quienes lo utilizan tienen responsabilidades de gobierno y dirigen las fuerzas de seguridad el resultado es demoledor.

El miedo ante lo que podía suceder en la plaza de Catalunya si el Barça ganaba la copa de Europa fue el origen de la actuación del gobierno de Convergencia. La incompetencia de su consejero de interior y la brutalidad de los mossos d'esquadra redondearon una actuación éticamente indefendible y políticamente desastrosa: el número de indignados se ha multiplicado exponencialmente. Ahora son muchos más y tienen más razón y más razones.

Desalojo de la acampada de Pl. Catalunya en Barcelona
Desalojo de la acampada de Pl. Catalunya en Barcelona

A las siete de la mañana del día 27 unos cientos de jóvenes mantenían la acampada en la plaza de Catalunya luchando contra el cansancio que hacía mella en ellos después de tantos días y tantas noches al raso. La actuación de los mossos d'esquadra los golpes, atropellos y robos de material obraron el milagro: doce horas más tarde miles de personas, con fuerzas y motivos renovados, ocupaban ya no sólo la plaza también sus aledaños. Las calles del centro de la ciudad estaban cortadas y miles de jóvenes y no tan jóvenes con flores, manos blancas y peticiones de dimisión para el conseller del interior, Felip Puig, se adueñaron de ellas.

Los indignados habían ganado la batalla contra el miedo y la incompetencia. A mediodía la solidaridad de los ciudadanos había obligado a los Mossos a retirarse y el movimiento 15-M había vuelto a ocupar la plaza. A las siete de la tarde eran miles y a las diez de la noche ya volvían a estar perfectamente organizados.

Lo han demostrado: son más, tienen menos miedo y son más competentes. El movimiento 15-M tiene muchas incógnitas por delante, pero de momento ha conseguido acabar con algunos tópicos. A saber: los jóvenes no son indolentes. Saben lo que quieren y como organizarse. Tienen una capacidad de persuasión y de control admirables (ellos —no los mossos— son quienes han mantenido el orden en la plaza desde el 16 de mayo) también han demostrado algo que me parece vital para España e incluso para la UE: las fronteras territoriales no están en sus cabezas, deben estar en las cabezas de esas clases dirigentes que no consiguen entender qué está pasando. En la plaza de Catalunya se habla en catalán, castellano e inglés sin mayores dificultades. El movimiento 15-M es multilingüe, mestizo y transversal.

Ahora, después de la nefasta actuación policial, también ha demostrado ser fuerte y competente, mucho más que el gobierno de Convergencia que ha confirmado sus deficiencias: falta de democracia e incompetencia política.

Para denunciarlo salieron a la calle los indignados del 15-M. Por eso ahora son más, tienen más razones y siguen en la calle.