El Tribunal de Estrasburgo pide una escuela sin crucifijos

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha abierto una guerra de religión, de momento en Italia, al sentenciar que la presencia de crucifijos en las escuelas es una «violación del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y una violación de la libertad religiosa de los alumnos.»

La Corte de Estrasburgo respondía así al recurso de una ciudadana italiana y la respuesta del gobierno de Berlusconi ha sido un torrente de descalificativos: sentencia vergonzosa, pagana, inaceptable y absurda. El ministro de Relaciones Exteriores, Franco Frattini, ha llegado a decir que «es un golpe mortal a la Europa de los valores». El Vaticano dice que es «miope querer excluir a la religión de la realidad educativa».

Foto:La Stampa

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha resuelto el recurso presentado por una ciudadana italiana con un mazazo a una de las tradiciones de la enseñanza católica: la presencia de crucifijos en las escuelas. En el fallo, adoptado por unanimidad, se dice que «es una violación del derecho de los padres a educar a sus hijos» y «una violación de la libertad religiosa de los alumnos». La Corte de Estrasburgo «no comprende cómo la exposición de crucifijos puede servir al pluralismo educativo.»

La derecha italiana se ha lanzado en tromba a descalificar la sentencia de los jueces europeos. Varios ministros han usado términos como vergonzosa, pagana, inaceptable o absurda y el ministro de Relaciones Exteriores, Franco Frattini, que fue vicepresidente de la Comisión europea, ha dicho que «es un golpe mortal a la Europa de los valores». El gobierno de Berlusconi ha anunciado ya un recurso ante la propia Corte europea.

El Vaticano dice haber acogido con estupor la resolución judicial. Su portavoz, Federico Lombardi ha dicho que «es grave querer apartar del mundo educativo un signo fundamental de la importancia de los valores religiosos en la historia y en la cultura italiana. El crucifijo ha sido siempre un signo de ofrecimiento del amor de Dios, y de unión y acogida para toda la humanidad. Lamento que sea considerado como un signo de división, de exclusión o de limitación de la libertad. No es así, y no lo es en el sentir común de nuestra gente».

La izquierda italiana del Partido Demócrata ha pedido al gobierno que acate la sentencia que «sólo quiere promover la convivencia entre múltiples culturas y religiones».

El fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos llega después de que Soile Lautsi, una madre italiana, de origen finlandés, residente en Abano Terme (noreste), reclamara en 2002 al instituto público al que acudían sus hijos la retirada del crucifijo de las aulas, por ser contrario al principio de laicismo del Estado. Tras una larga batalla con la justicia italiana, recurrió a Estrasburgo. Hoy se declaraba «contentísima». euroXpress