Argumentos finlandeses para votar a la ultraderecha

Ha sido la desagradable sorpresa política de la primavera europea: el fortísimo avance de la ultraderecha en Finlandia. El país pionero del sufragio universal, de la igualdad de género, abanderado de la tolerancia y envidiado por su sistema escolar ha colocado como tercera fuerza política al partido Verdaderos Finlandeses, xenófobo, defensor de los valores tradicionales y contrario a la participación de Finlandia en el rescate europeo a Portugal. A pesar de tener un aceptable índice de paro, unas finanzas estables y una tasa de inmigración mínima, muchos finlandeses se han dejado embaucar por la demagogia populista, ultranacionalista y euroescéptica de un líder presumiblemente carismático.

Pielavesi (Finlandia) / Foto:travelglobep

Las últimas elecciones celebradas en Finlandia arrojaron unos sorprendentes resultados. Los ultraderechistas Verdaderos Finlandeses (VF) obtuvieron el 19% de los votos, convirtiéndose así en la tercera fuerza política más votada, un hecho sin precedentes en Finlandia. La formación dirigida por el eurodiputado populista Timo Soini casi quintuplicó su apoyo popular respecto a las elecciones de 2007. Los conservadores de la Coalición Nacional se situaron en cabeza pero por un muy pequeño margen. Obtuvieron el 20,4 por ciento, frente al 19,1 por ciento del Partido Socialdemócrata, la principal fuerza de la oposición, en unas elecciones de gran participación, el 70,4% del electorado acudió a las urnas.

Los dirigentes de los VF se oponen a la participación de Finlandia en el rescate de Portugal.La Comisión Europea espera, pese a todo, que el nuevo gobierno finlandés que se forme cumpla con los compromisos previos y garantice así la estabilidad de la zona euro, incluido el fondo de rescate para los países en apuros financieros, ya que el sí de Finlandia es imprescindible.

«Lo más importante es que Finlandia no tenga que pagar por los errores de los demás». Con este mensaje, Timo Soini, líder de los Verdaderos Finlandeses, ha conseguido, por primera vez en Finlandia, centrar la atención de la campaña electoral en los asuntos europeos. La ultraderecha finlandesa tapa abiertamente que la UE no regala nada, al contrario, presta el dinero a los países con dificultades financieras con unos tipos de interés solo algo más bajos que los del mercado y a cambio de drásticos programas de ajuste económico para sanear las cuentas públicas. Sin embargo, la demagógica idea de que unos despilfarran y otros acuden a socorrerlos parece haber calado en el electorado. También el Partido Socialdemócrata finlandés se opone al rescate portugués.

La crisis económica ha golpeado también en Finlandia, pero su nivel de paro solo supera ligeramente el 8% y su PIB per cápita sigue siendo muy alto, 33.600 euros. Sin embargo, muchos de los votantes de VF, gente aparentemente nada extremista, se ha dejado convencer por el mensaje nacionalista y populista de Soini. Finlandia es el único país de la moneda única entre los escandinavos y, a la hora de compararse con Suecia, Noruega o Dinamarca, duelen más las obligaciones europeas y se olvidan las ventajas. Tras una importante recesión en 2009, Finlandia ha conseguido estabilizar sus cuentas públicas y ahora tiene un déficit del 2,5% del PIB y una deuda del 48%, dentro de los límites del Pacto de Estabilidad de la UE.

Kai tiene 47 años y es guía de actividades al aire libre. Nos cuenta que «hay un viejo mito de que los países del norte de Europa somos ricos y no tenemos problemas pero en realidad hay miles de personas pasando hambre en Finlandia». Respecto a su posición en la ayuda a Portugal, comparte las ideas de Soini, «el gobierno está dando mucho dinero a Europa, ahora a Portugal. Estoy con Timo Soini, se ha ganado al pueblo. Nosotros tenemos carencias, nuestros centros de salud, por ejemplo, se están cayendo».

Mika por su parte es Gerente de Operaciones, acaba de cumplir 41 años y es tajante en su apoyo a los Verdaderos Finlandeses, «claro que los he votado, creo que Finlandia tendría que apoyar más a la gente de nuestras ciudades que lo está pasando mal. No estoy de acuerdo con los rescates de la Unión Europea, solo los utilizan para obtener el préstamo con bajas tasas de interés».

El euroescéptico Timo Soini ha conseguido transmitir la imagen de una Unión Europea devoradora que va limando el alto nivel de bienestar conseguido en Finlandia. «Yo creo que la Unión Europea actúa como un estado policial y nosotros los finlandeses siempre hemos sido un pueblo muy tranquilo, independiente, con un autogobierno y nos ha ido muy bien», dice Mika quien también se posiciona al lado de VF en otros asuntos como es en el rechazo al aborto o a la enseñanza del sueco en las escuelas, un tema espinoso en Finlandia.

La defensa de la tradición y la familia, en la versión de los ultraconservadores, ha conseguido ganar adeptos entre la clase media finlandesa. Para Helena, un ama de casa de 30 años, «nuestra gente está perdiendo sus trabajos, somos un país pequeño de poco más de 5 millones de habitantes. No podemos ayudar a Portugal, deberían hacerlo los bancos de la UE, no nosotros. Quiero un futuro próspero para Finlandia y para mis dos hijos. Esto me preocupa mucho».

Parte del país que saca mejores notas en el informe PISA de la OCDE por su extraordinario sistema escolar y los magníficos resultados en la enseñanza de sus adolescentes se ha dejado convencer por el mensaje ultranacionalista. Janne es un estudiante de 19 años que parece no querer saber nada de solidaridad y tiene los mismos argumentos que sus mayores para votar a VF. «Finlandia también tiene un mal estado de la economía. No podemos regalar dinero a Grecia, Irlanda o Portugal. Nosotros no tenemos la culpa de los errores de los demás», dice calcando las palabras de Timo Soini en la campaña electoral.

El discurso de Verdaderos Finlandeses tiene claros tintes xenófobos en un país donde la inmigración se calcula en torno al 3%, un índice de los más bajos de Europa y mucho menor al de la vecina Suecia. Sin embargo, el tópico mensaje de la ultraderecha tiene fácil encaje en una sociedad relativamente cerrada como la finlandesa. Los votantes de VF niegan el carácter racista del partido. «La prensa ha dejado entrever que el partido de Timo Soini es racista y eso no es así», defiende Kati,«él no veta a los extranjeros, todos son bienvenidos pero si trabajan y se adaptan al estilo de vida finlandés».

El gran flujo de inmigrantes procedentes de países como Somalia preocupa a los finlandeses. «Los refugiados somalíes son tratados mejor que los finlandeses que necesitan ayuda aquí, no lo entiendo», critica Kai y a lo que Kati añade «los jubilados tienen miedo, ¿quiénes van a pagar sus pensiones? ¿los somalíes?.»

Helena se muestra dura con el mercado negro que, en su opinión, crece cada vez más en Finlandia. «Tenemos cada vez más mercado negro. Muchos refugiados de Kurdistán o Irak no vienen en condiciones, no pagan impuestos, y gracias a este mercado ganan más dinero que muchos finlandeses trabajando todo el día. No hay derecho, por eso creo que los VF tienen una política de inmigración justa y correcta, no es racismo».

Los supuestamente tolerantes finlandeses sacan el colmillo cuando ven imágenes de inmigrantes en otros países de Europa y la crisis migratoria que enfrenta estas últimas semanas a Italia y Francia tampoco pasa inadvertida para Janne. «No queremos el mismo caos de inmigración que tienen países como Francia, Holanda o Suecia. Además creo que deberíamos ser más críticos con el Islam y copiar la política australiana en este sentido: les obligan a adaptarse a su estilo de vida y llegar allí con un trabajo ya entre las manos». Este estudiante ha abierto un blog de firmas sobre este asunto en Internet y en pocos días ha superado ya las 800 adhesiones.«Este ambiente enrarecido de los últimos tiempos nunca se había vivido en un país tan tranquilo como Finlandia, por eso creo que la gente ha elegido a Tino Soini y a los Verdaderos Finlandeses» sentencia Helena convencida.

El éxito de VF ha disparado las alarmas en toda Europa. La ultraderecha tiene ya 32 diputados en el Parlamento Europeo y representación parlamentaria en Suecia, Países Bajos, Hungría, Letonia, Bulgaria, Austria, Eslovaquia, Italia, Dinamarca y Finlandia.