La banca sin estrés

Han estado en boca de todos: los stress tests, las pruebas de solvencia a la banca. O las pruebas de resistencia, porque se trataba de ver el nivel de aguante de las entidades financieras europeas ante situaciones extremas.

Se han publicado ante la necesidad de acabar con los rumores sobre la salud de las cajas y bancos europeos, y con la esperanza de ganarse la confianza de esos mercados de los que estamos tan pendientes. Pero, sobre todo, pretendían fomentar que las entidades tengan más fácil el acceso a la liquidez, al dinero, y que ese dinero llegue a familias y a empresas. Al fin y al cabo, la banca ha demostrado que hoy por hoy no sufre de estrés. Se puede confiar en ella. Las consecuencias están por ver, pero las primeras señales son positivas.

¿Qué les pasaría a los bancos y cajas europeos si se disparara el paro, cayera la actividad económica muy encima de lo previsto y los precios de los pisos, por ejemplo, muchos en la cartera de las entidades financieras, también bajara en picado? Es la pregunta que trataba de responder el examen del Comité Europeo de Supervisores Bancarios. Las notas han sido buenas: sólo han suspendido 7 de las 91 entidades estudiadas. Una de ellas ya ha sido adjudicada a otro banco y otra nacionalizada. Queda una griega y cuatro fusiones españolas: 5 de 91. Poco más de un 5% de suspensos. Un 95% de aprobados. Las entidades financieras gozan de buena salud y aguantarían en las situaciones más críticas.

Que no se asusten los clientes de los bancos y cajas que han suspendido. La mayoría lo han hecho por poco y en un escenario al que difícilmente se llegará. Sólo es un toque de atención para que acumulen recursos que les permitan afrontar un hipotético escenario adverso sin dudas. Algunos jugaron demasiado a prestar dinero al sector de la construcción en medio de la burbuja inmobiliaria, y ahora la morosidad del sector les ha jugado una mala pasada. Los tests también mostraron quienes han sido más responsables.

A nivel europeo el examen ha funcionado muy bien, aunque hay dudas sobre si todo el mundo ha jugado limpio. España es el país que más entidades ha examinado, por eso es la que tiene más suspensos, pero lo ha hecho para dejar claro que tiene un sistema financiero sólido. Otros, como Alemania, han escondido que sus grandes bancos han prestado grandes cantidades de dinero a Grecia, de cuya devolución se duda, para que sus tests no quedaran manchados. Ahora lo hacen público para evitar nuevas dudas. Cada cual en su lugar.

A la espera de consecuencias concretas

Pero más allá de valorar los buenos resultados de los exámenes, lo más importante, lo esencial, es ver si tienen consecuencias positivas o no. En las bolsas apenas se notó, aunque al menos hoy por hoy ya han pasado los días en que los índices europeos caían día sí, día también. Pero dónde hay que ver los efectos es en el mercado interbancario, que no es más que el lugar virtual dónde los bancos y cajas se prestan dinero entre sí.

Eso es fundamental. Es la necesidad de acceso a la liquidez de bancos y cajas. Porque si tienen dificultades para acceder al dinero van a cerrar aún más el grifo del crédito a empresas y a consumidores. Los exámenes han demostrado dos cosas: la primera que la inmensa mayoría de bancos y cajas tienen unas cuentas muy sólidas, y que por tanto, los bancos vecinos o extranjeros pueden confiar en ellos, porque serán buenos pagadores. La segunda, que como su estado es bueno, no deberían usar las facilidades de acceso al dinero para arreglar sus cuentas, sino para hacer llegar otra vez el crédito a familias y empresas, y reactivar así la economía.

De momento, hay signos positivos: los mercados internacionales vuelven a prestar dinero a los bancos y cajas, pero hay que confirmar esa tendencia en el futuro para asegurar que el esfuerzo de publicación de las pruebas de resistencia a la banca ha valido la pena. Por lo menos, ya sabemos que el corazón del sistema financiero europeo, donde están nuestros ahorros y nuestras posibilidades de crédito, está mucho mejor de lo que algunos nos querían hacer pensar. Un respiro entre tanta mala noticia.