En la ONU, el pez grande se come al chico

El poder de veto que tienen Rusia, Francia, Reino Unido, China y Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU, y que ejercen según sus simpatías o compromisos con otros países, posibilita injusticias y actos execrables como pasó con Libia o en estos momentos con Siria. Cinco pequeños países han querido cambiar esa situación pero el poder de los grandes ha sido más fuerte.

Reunión del Consejo de Seguridad
Consejo de Seguridad de la ONU/ UN Photo: Paulo Filgueiras

Naciones Unidas, (IPS)- Cuando la Guerra Fría estaba en su apogeo, un embajador peruano, Víctor Andrés Belaúnde, manifestó su escepticismo sobre la capacidad de los pequeños países de sobrevivir al poderío diplomático de las grandes potencias en la ONU.

La ONU es una institución «en la que siempre hay algo que desaparece», dice una cita atribuida a Belaúnde (1883-1966) en la década de 1960. «Cuando dos países pequeños tienen una disputa», observaba el diplomático, «la disputa desaparece. Y cuando una gran potencia y una menor están en conflicto, la que desaparece es la potencia menor».

Eso es, supuestamente, lo que ha pasado este mes cuando cinco de los más chicos estados miembros de la ONU, que se hacen llamar los «cinco pequeños», desafiaron a otras tantas potencias con asiento permanente en el Consejo de Seguridad -Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia- sobre el mal uso que hacen de su poder de veto.

Horas antes del debate y votación de una resolución propuesta por los cinco pequeños a la Asamblea General de 193 miembros, dicho texto desapareció sin ninguna ceremonia del sagrado recinto de la ONU, y probablemente de la faz de la Tierra.

El peruano Belaúnde, que presidió la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, fue incluso más lejos al afirmar que «cuando dos grandes potencias tienen una disputa, lo que desaparece es la ONU», según relata el libro «Crosscurrents at Turtle Bay» (Contra la corriente en Turtle Bay), publicado en 1970 por la periodista del diario The New York Times, Kathleen Teltsch.

Afortunadamente, esta vez la ONU y los cinco pequeños -Costa Rica, Jordania, Liechtenstein, Singapur y Suiza- no han desaparecido y viven para contarlo.

La abortada resolución, formulada en la delicada jerga diplomática, «recomendaba» a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad considerar «la contención en el uso del veto ante acciones concebidas para evitar o poner fin a genocidios, crímenes de guerra y contra la humanidad».

Pero, desde el principio, los cinco grandes dejaron en claro que la Asamblea General no tenía por qué hacer tales recomendaciones al Consejo de Seguridad.

William Pace, director ejecutivo del Movimiento Federalista Mundial - Instituto para la Política Global, nos comentó que si bien los cinco pequeños se vieron obligados a retirar esa histórica propuesta, las organizaciones no gubernamentales esperan que esto sea un primer paso, después de 67 años, hacia un trabajo común de la Asamblea y el Consejo para responder a la enorme necesidad de que mejore la capacidad de mantener la paz y la seguridad.

«Hay que cambiar los fundamentos disfuncionales de un Consejo de Seguridad de los tiempos de la Guerra Fría», dice Pace. «Y un comienzo indispensable sería que ese órgano aceptara una provisión de no uso del veto para bloquear acciones sobre grandes crímenes». Agregó que oponerse a semejante recomendación ha sido «un escándalo».

Para Stephen Zunes, profesor de estudios políticos e internacionales en la Universidad estadounidense de San Francisco, que se haya retirado la resolución muestra que los cinco grandes siguen mandando en la ONU. «Pero se les cuestiona cada vez más, su credibilidad se debilita y su fracaso ético es cada vez más evidente para una creciente mayoría de la comunidad internacional», apunta Zunes.

La importancia de la resolución radica en que no solo desafía el veto chino y ruso a las medidas contra el régimen sirio, que está reprimiendo de forma sangrienta a la oposición, y el de China ante el genocidio en Sudán, sino también a los de Estados Unidos relativos a crímenes de guerra cometidos por Israel, dice Zunes, especializado en el Consejo de Seguridad.

«Al impulsar esa resolución, esos pequeños países pusieron de relieve que las violaciones al derecho internacional humanitario son imperdonables, sin importar qué tipo de relación tengan los cinco grandes con el gobierno acusado», agrega.

La propuesta resultó especialmente oportuna, no solo por la situación de Siria, sino por la casi unánime votación de la cámara baja del Congreso legislativo de Estados Unidos que, a inicios de este mes, estableció como política oficial de ese país el veto sistemático a cualquier resolución del Consejo de Seguridad que critique a Israel, apuntó Zunes.

Un diplomático del Sur en desarrollo, que pidió la reserva de su nombre, dice que los cinco retiraron la propuesta el miércoles 23, el mismo día en que estaba prevista su discusión, tras la intensa presión ejercida por los cinco grandes, tanto en la sede neoyorquina del foro mundial como en cada una de las capitales.

La Oficina de Asuntos Legales, indicó el diplomático, también embarró la cancha al señalar su opinión de que la resolución requería un apoyo de dos tercios de la Asamblea General, pues implicaba una reforma del Consejo de Seguridad. «Probablemente la Oficina estaba siguiéndoles la corriente a los cinco grandes; resulta llamativo que China hiciera circular el texto de la Oficina entre todos los estados miembros incluso antes de que se publicara, indicando que los cinco miembros permanentes lo habían recibido con anticipación», dice la fuente. «Esto frustra todo el impulso para reformar el Consejo de Seguridad, y también socava su efectividad», agregó.

Al bloquear la más pequeña reforma, los cinco grandes pueden haber ganado momentáneamente una batalla, pero a la larga le hacen un enorme daño a la credibilidad del Consejo. «Puede haber más y más países que lo eviten o se nieguen a cumplir sus decisiones», sostiene el diplomático.

Más allá de la oposición de las potencias, los cinco pequeños no lograron convencer a una cantidad suficiente de gobiernos de la conveniencia de separar la ampliación del Consejo, que requiere reformas a la Carta de la ONU, de la modificación de métodos de trabajo y procedimientos del cuerpo.

Esto está limitado por una resolución que la Asamblea General adoptó en 1993 y que exige una mayoría de dos tercios de los miembros, o 129 países. «Un objetivo clave es separar las reformas que no requieran tocar la Carta de las restricciones de 1993. Y eso se logra con una decisión de la Asamblea General por simple mayoría», dice Pace.

Si bien la ampliación del Consejo, para que entren más miembros permanentes, es muy importante, puede llevar años o incluso décadas, informa Pace. Mientras las otras reformas del cuerpo deben adoptarse de inmediato, tanto por la Asamblea como por el propio Consejo.

Los cinco pequeños, señala el experto, no pusieron en cuestión la legitimidad del veto, sino su uso indebido, causante de millones y millones de muertes.

Al criticar el silenciamiento de esta noticia en la mayoría de los grandes medios de comunicación, Pace indicó que «el hecho de que nosotros y apenas un puñado más de medios en todo el mundo cubrieran la resolución de los cinco pequeños, constituye una señal aterradora del estado en que se encuentra el periodismo internacional»

Ver también: Cinco países pequeños cuestionan el poder de veto en la ONU de los cinco grandes