Karlos Zurutuza
Un grupo de hombres y niños

La gente corre a su casa al anochecer, justo cuando la intensidad de los combates aumenta. Pero a Sha Mehmed todo le resulta dolorosamente familiar. Tenía 11 años en 1982 cuando abandonó su aldea afgana natal para instalarse en esta pequeña ciudad turca, en la frontera con Siria.

Calle de Damasco con mucho tráfico

«La vida es casi normal en el centro de Damasco», asegura Hashim desde el barrio predominantemente cristiano de Bab Touma. «Solo el ruido ocasional de la artillería en las afueras me recuerda que estamos en guerra», añade.

Zuhair al lado de su cuadro

Sobre un lienzo, unas siluetas negras y rojas acechan a unos niños a punto de ser masacrados. Zuhair Hassib, uno de los pintores más reconocidos de Medio Oriente, está convencido de que la belleza es el mejor instrumento para transmitir el dolor.

Un hombre a la entrada del pueblo

«El espíritu necesita reencarnarse 1.000 veces antes de pasar a ser uno con Dios», explica Rajab Assy Karim desde este poblado ubicado unos 190 kilómetros al norte de Bagdad. Si Irak está lleno de «atajos» hacia el final de la existencia, seguro que uno de ellos pasa por esta pequeña aldea de adobe en mitad del desierto.

Media y otra voluntaria delante del hospital

Los últimos 20 años los ha pasado en las montañas kurdas del norte de Iraq asistiendo a civiles y guerrilleros. No ha vuelto a su país desde entonces ni tampoco a usar el nombre en su pasaporte, si es que todavía lo conserva. Se sabe que tiene 49 años, es alemana y responde al nombre de Media.

Guerrilleras kurdas

Por Karlos Zurutuza

En la conferencia del G8 en Irlanda del Norte no se ponen de acuerdo sobre Siria, ni siquiera en organizar la tan traída y llevada conferencia en Ginebra. Lo único que han sacado en claro ha sido comprometer una ayuda de 1.500 millones de dólares «en dinero nuevo», según ha dicho Cameron, para atajar el «terrible» problema humanitario. Pero en Siria hay más problemas y más pueblos, como el de los kurdos, de los que no se habla.

Niños con esquís

Cada año los colegios españoles dedican una semana a fomentar los deportes y actividades invernales entre sus alumnos. Es la Semana Blanca, unos días de convivencia y ejercicio esquiando en la montaña. Un profesor vasco de esquí enseña a niños kurdos a disfrutar de la nieve y las autoridades están pensando instaurar una Semana Blanca.